
A lo largo de diez meses consecutivos, que corresponden al período mayo 2022-febrero 2023, la tasa de inflación interanual de precios al consumidor se ha mantenido con dos dígitos porcentuales.
Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) el viernes de la semana pasada, el Índice de Precios al Consumidor General (IPCG) aumentó 11.10% en febrero respecto al mismo mes del año anterior, y el Índice de Precios al Consumidor Subyacente (IPCS), que excluye los alimentos y los combustibles, y que se considera un mejor predictor de la inflación futura, se incrementó 9.36%.
Las dos lecturas inflacionarias anualizadas son reaceleraciones leves en relación con las registradas en enero de este año, pero muy por encima de la tasa anualizada de inflación subyacente “natural” del mercado local, que la ubico en el rango de [4.0%, 4.5%]. La inflación es muy alta, al reafirmarse en el rango de [10%, 12%] y está demostrando ser más rígida de lo esperado.
Entre las 12 divisiones de bienes y servicios del IPC, las que experimentaron los mayores aumentos interanuales de sus precios en febrero del año en curso fueron: Restaurantes y hoteles, 16.64%; Bebidas alcohólicas y tabaco, 15.80%; Alimentos y bebidas no alcohólicas, 15.23%; y Transporte, 12.12%.
En los dos primeros meses de 2023, la inflación acumulada fue igual a 1.18% y la inflación mensual en febrero repecto a enero, 1.08%.
Para 2023, el Banco Central de Nicaragua (BCN) apunta a una inflación anual ubicada en el rango de [5%, 6%]%, y proyecta la tasa de crecimiento económico del país en el rango de [3%, 4%].
Por otra parte, la subida anual de precios al consumidor en el mercado local pronosticada por Consultores Para el Desarrollo Empresarial (COPADES) es 5.9%. Cabe señalar que el “efecto base” alto del IPCG de 2022, que reflejó una tasa de inflación anual de 11.6 %, implica que la tasa de inflación interanual comenzará a desacelerar en 2023, pero en febrero persiste y se ha estacionado en un nivel muy cercano a 11%, que fue alcanzado en julio de 2022.
COPADES también pronostica que la economía de Nicaragua en 2023 tiende a mostrar un ritmo de crecimiento de 3.1%, aunque desacelerado y por debajo de la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) Potencial, sin el riesgo del restablecimiento de los elevados precios de los alimentos y de los combustibles en el caso de que se prolongue el conflicto geopolítico-militar entre Rusia y Ucrania.

La inflación comenzó a acelerarse en el mercado local en agosto de 2021 y el primer aumento de la Tasa de Referencia Monetaria (TRM) del BCN de 3.5% a 4.0% se realizó 8 meses después, es decir, en abril de 2022. El BCN incrementó la TRM en 100%, o sea, la duplicó de 3.5% a 7.0%, y la ha mantenido congelada en 7.0% durante los últimos 4 meses, o sea, entre diciembre de 2022 y marzo de 2023, sin lograr el encarecimiento de los préstamos del sistema financiero nacional, ni la reducción de la demanda interna privada, ni el aumento de la tasa de desempleo abierto, ni la disminución de la tasa de inflación.
En otras palabras, la política monetaria no pudo “enfriar” los precios al consumidor en una economía que se está calentando un poco. A medida que se incrementaba la TRM, las tasas de interés activa de corto plazo y pasiva con plazo de 1 mes del sistema financiero nacional permanecieron estables en sus rangos de volatilidad, no se redujo el crédito al sector privado, los precios al consumidor se aceleraron por la reducción de la oferta mundial de alimentos y combustibles causada por el conflicto geopolítico-militar (sus precios internacionales comenzaron a disminuir a finales de 2022) y el salario nominal promedio mensual del empleo formal ya estaba “frío” porque reflejaba un continuo deterioro de su poder adquisitivo desde junio de 2018.
Además, el sector real de la economía nicaragüense no mostraba un exceso de la demanda interna real del sector privado respecto al PIB Real, debido al apropiado control de las autoridades gubernamentales sobre la emisión de dinero y el fortalecimiento de la posición de las reservas internacionales, que ha garantizado la estabilidad del tipo de cambio. Cabe destacar que tanto el crédito del sistema financiero nacional al sector privado como el empleo formal se desplomaron en el país entre 2018 y 2020, impactados por tres crisis no económicas, una nacional de índole política y dos de orden mundial -la pandemia del COVID y el conflicto geopolítico-militar entre Rusia y Ucrania-.
Parece que la economía se ha inmunizado contra las alzas de las tasas de interés. Si fuese así, aplacar la tasa de inflación ya no es una tarea exclusiva de un banco central.
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