El desplome de los precios internacionales del petróleo y de los combustibles está provocando serios problemas a los países exportadores del oro negro, especialmente aquéllos que tienen un costo de producción cercano a veinticinco o treinta dólares por barril, entre ellos Venezuela con US$23.50, suplidor de hidrocarburos de Nicaragua. Los países de la península arábiga tienen menos problemas, porque sus costos de producción están cercanos a diez dólares por barril, por ejemplo, Kuwait con US$8.50, y Arabia Saudí, con US$9.90. La empresa estatal mexicana PEMEX aseguró recientemente tener un costo alrededor de US$10 por barril, mientras que el costo de operación de los productores estadounidenses de esquisto es cercano a US$40.
Los problemas económicos no se limitan al menor ingreso por exportaciones de crudo, que generalmente conduce a una recesión económica cuando esas divisas representan más del 80% del valor de las exportaciones y constituyen el más importante recurso del presupuesto nacional, como son los casos de Venezuela y Rusia, sino también al ajuste de la nueva realidad del mercado que deben hacer las compañías petroleras al recortar sus gastos, con el despido de trabajadores, y al eliminar las inversiones a futuro. Sin inversión petrolera, el grave riesgo es que cuando aumente la demanda de petróleo no habrá una oferta que pueda satisfacerla y se disparará el precio del barril de petróleo.
En el caso de Nicaragua, país importador de crudo y combustibles, las cifras oficiales indican que en 2014 el valor importado de estos productos provenientes de Venezuela representó el 84.5% del valor total importado de petróleo, combustibles y lubricantes; luego, en 2015, la participación venezolana disminuyó a 55.0%, por lo cual México y Estados Unidos elevaron su participación en el suministro de estos bienes primarios (commodities) hasta 14.3% y 13.5% del valor total importado en el mismo orden.
También llama la atención el hecho que en enero de este año las importaciones de petróleo y combustibles venezolanos representaron el 26.8% del valor total importado, mientras que en enero de 2015 eran equivalentes al 67.7% y en enero de 2014, a 91.4%. Entonces, surge la pregunta del porqué el suministro venezolano se está reduciendo progresivamente.
En 2015, Nicaragua importó 13.2 millones de barriles de petróleo y combustibles, de los cuales 5.5 millones de barriles eran de petróleo. Es muy probable que los volúmenes de crudo, gasolinas y diésel entregados por Venezuela a Nicaragua están disminuyendo por la falta de mantenimiento de las plantas extractoras de petróleo y de las refinerías, provocada por la reducción de los ingresos petroleros y la falta de repuestos y de inversiones y, ante esta esta situación, también es muy probable que PUMA Energy International, empresa dueña de la refinería, esté presionando por importar hidrocarburos de otros países, como Estados Unidos de donde provino el 36.7% del valor total de las importaciones de estos productos en enero recién pasado.
En el inicio de la década de los noventa del siglo pasado, con la salida de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), hoy Rusia, del mapa de la cooperación externa de Nicaragua, las autoridades gubernamentales tuvieron que establecer un Plan B para normalizar el suministro petrolero para Nicaragua. Ahora, con la menor participación progresiva de Venezuela en el suministro actual de petróleo y combustibles líquidos, aparentemente ese Plan B no existe, talvez porque se le está dejando exclusivamente al mercado, no obstante la responsabilidad estatal de asegurar el suministro energético.
La empresa privada Alba de Nicaragua Sociedad Anónima (ALBANISA), integrada por dos empresas estatales, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) y la Empresa Nicaragüense de Petróleo (PETRONIC), se ha distinguido por concentrar las importaciones de petróleo, las gasolinas y el diésel de origen venezolano. Un Plan B para ALBANISA tendría que incluir la preparación de su personal, con el supuesto que no tiene la experiencia para enfrentar la nueva situación, para que sean buenos operadores y puedan escoger nuevos corredores (brokers) que comercian con petróleo, por ejemplo, en la Costa del Golfo de Estados Unidos, en la Costa del Pacífico de México, Ecuador y Colombia, con el fin de establecer los nuevos canales de comunicación con aquéllos que ofrecen una adecuada diferencia entre el precio de compra y el precio de venta y, así, evitar caer en manos de agiotistas. Un Plan B también requiere el establecimiento de cartas de crédito con un banco internacional, por ejemplo, el Banco Latinoamericano de Comercio Exterior (BLADEX) en Panamá, para financiar las compras de petróleo con el respaldo del Banco Central de Nicaragua (BCN).
Una de las bondades del crédito petrolero de Venezuela es su contribución al mantenimiento de la estabilidad macroeconómica del país, la cual al 31 de diciembre de 2015 se manifestó con las razones macroeconómicas de que el saldo de las reservas internacionales brutas fue equivalente a 2.35 veces la base monetaria, levemente inferior al objetivo de 3.5 veces del BCN, y a 5.07 meses de importaciones de bienes CIF, superior a los 3 meses de referencia. Este crédito muy concesional que se espera se mantenga en 2016, actualmente financia el 30% de la factura petrolera, a 23 años de plazo más 2 años de gracia con una tasa de interés del 2%, y son estos términos financieros los que ayudan a sostener las condicionalidades antes mencionadas. Por esto, también es necesario establecer un Plan B.
Las actuales condiciones del mercado petrolero mundial no sugieren que los precios se recuperen en el futuro inmediato. Rusia, Arabia Saudí, Qatar y Venezuela con otros diez países que producen el 73% del crudo en el mundo, se reunirán en abril de este año para discutir un plan que congele los niveles de producción registrado en enero recién pasado buscando apuntalar los precios; Irán, que ya exporta 2 millones de barriles diarios con el levantamiento de las sanciones occidentales por su programa nuclear, tiene el objetivo de producir 4.2 millones de barriles diarios a finales de 2016, por lo que mayor es la probabilidad de que los precios bajen aún más.
Con el obstáculo de los abundantes inventarios, mientras se espera el alineamiento entre la oferta y la demanda de petróleo, Nicaragua necesita obtener precios apropiados del crudo y sus derivados y garantizar la estabilidad del tipo de cambio de los precios al consumidor. Aconsejo a las autoridades gubernamentales que eso se podría lograr con un Plan B.