Nicaragua ha entrado al estadio de crecimiento económico anual de 5% a 6% en 2015, aunque es insuficiente para reducir el subempleo y la pobreza de los nicaragüenses. Se observó un gran desempeño productivo de las actividades de la construcción, el comercio, hoteles y restaurantes, la energía eléctrica y el agua potable, la industria manufacturera y el sistema financiero, que impulsó una tasa de crecimiento de 5.1% para alcanzar un Producto Interno Bruto de 12 mil 460 millones de dólares y un ingreso promedio anual por habitante de 2 mil 16 dólares en este año. Cabe mencionar que ese crecimiento fue neutralizado parcialmente por el fenómeno de El Niño que afectó las actividades agropecuarias y pesqueras, y por la caída del precio internacional del oro y el conflicto laboral en la Mina El Limón que disminuyó la extracción del metal precioso.
Por el lado del gasto, los motores del crecimiento económico del país en 2015 fueron, en orden de importancia, la inversión en construcción y maquinaria y equipo, y el consumo de las familias, este último secundado por un flujo anual de remesas familiares que superó el monto de 1.2 millardos de dólares. El volumen de las exportaciones de bienes y servicios no factoriales, en el peor de los casos, permaneció estancado con respecto al volumen exportado en 2014.
Parafraseando a los contadores, la prueba del ácido validó el pronóstico del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) Real de 5.1% de Consultores Para el Desarrollo Empresarial (COPADES). En el período enero-octubre de 2015 con respecto al mismo período de 2014, el consumo de MWh de energía eléctrica se elevó 7.1%; el volumen de la producción de cemento se incrementó 14.8%; y la recaudación de impuestos en términos reales, es decir, eliminando la inflación, se elevó 9.1%, lo cual puede ser explicado por la tasa de crecimiento económico, el establecimiento de nuevas empresas, los avances en la administración tributaria, la reducción de la evasión en el pago de impuestos y, por supuesto, la falta de reintegro de impuestos a los contribuyentes.
La inflación no fue un problema porque su tasa acumulada anual fue del orden de 2.5%, lo cual, aunado con el desplome de 65% del precio del barril de crudo WTI entre junio de 2014 y diciembre de 2015, facilitó un aumento del poder de compra de los consumidores y un mayor crecimiento del volumen de consumo de bienes y servicios por parte de las familias. Sin embargo, el salario promedio nacional sólo pudo adquirir los 23 alimentos de la canasta de consumo básico. Es obvio que un mayor crecimiento económico no provoca una reducción automática de la pobreza, por lo cual se necesita que los servidores públicos formulen políticas que reduzcan la desigualdad de la distribución del ingreso, cuyo Coeficiente de Gini no fue dado a conocer por los representantes del Instituto Nacional de Desarrollo de la Información (INIDE) y del Banco Mundial (BM) cuando expusieron una apretada síntesis de la VI Encuesta de Medición de Nivel de Vida 2014 en octubre recién pasado.
Los precios de las importaciones cayeron más que los precios de las exportaciones, de tal forma que un beneficio económico que obtuvo Nicaragua por el leve crecimiento económico mundial y el desplome de los precios del petróleo y de los combustibles fue la reducción del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos al reflejar el nivel de 4.9% del PIB, lo cual redujo las contrataciones de deuda pública externa cuyo saldo se aproximó a 40.1% del PIB. El pago de intereses y amortizaciones de la deuda pública externa no causó preocupaciones a los inversionistas extranjeros porque apenas representó el 4.8% del valor total de las exportaciones de bienes domésticos FOB y los servicios de manufactura de las zonas francas.
Desde los ámbitos monetario y fiscal se garantizó la estabilidad macroeconómica, un gran atractivo junto a la seguridad ciudadana para la afluencia de la inversión extranjera directa que ya se aproxima a un monto anual de 1 mil 500 millones de dólares. El saldo de las reservas internacionales brutas del Banco Central de Nicaragua (BCN) continuó siendo equivalente a 2.5 veces la base monetaria y se elevó a 5 meses de importaciones de bienes CIF, mientras que el esfuerzo fiscal se reflejó en un déficit fiscal equivalente a 1.5% PIB antes del registro de las donaciones externas destinadas al presupuesto nacional.
En un año electoral como es el de 2016, los riesgos económicos y financieros del país se han minimizado, aún con el muy probable endurecimiento de los términos financieros del crédito petrolero de Venezuela, pro el riesgo político está latente por las protestas de la población afectada por la construcción del Gran Canal y por el reclamo de una mayor transparencia en los comicios del 6 de noviembre de 2016.
Con un escenario económico positivo de Estados Unidos, el principal inversionista y socio comercial del país, en 2016 el esfuerzo inversionista no se debilitará y el crecimiento económico se fortalecerá por la confianza en el diálogo permanente entre las autoridades gubernamentales y los empresarios; el precio internacional del petróleo continuará cayendo y la tasa de inflación continuará siendo baja; las elecciones elevarán el déficit fiscal en al menos medio punto porcentual del PIB; y el BCN continuará garantizando la estabilidad macroeconómica.
En conclusión, la macroeconomía esta excelente, pero es frágil por el alto déficit comercial externo, los problemas estructurales del mercado laboral y la baja productividad, mientras que la microeconomía está bastante mal por la creciente informalidad del mercado y el alto nivel de subempleo, que explican en gran parte la inequidad de la distribución del ingreso.
La productividad de la economía es muy baja por los pocos años de escolaridad promedio de la población, la poca educación técnica media y superior, y la escasa transferencia de tecnología a los productores que no pueden comprarla, especialmente los propietarios de las microempresas.
La competitividad internacional se refuerza mejorando la productividad y la competitividad de los productores, o manteniendo salarios reales bajos para que las empresas puedan obtener beneficios y puedan competir, pero esta última vía representa una especialización en la pobreza y su viabilidad depende del mantenimiento de esa misma pobreza. Pero si esa última vía no es la deseada, el tema central de la agenda gubernamental en materia económica debería ser el apoyo al incremento de la competitividad empresarial.
Esos son los retos económicos que están vigentes desde hace muchos años, pero, como es usual, en un año electoral, con la presencia del ciclo económico-político, el partido gobernante nunca realiza reformas estructurales de la economía para no perder la atracción del votante.
Deseo una Feliz Navidad a los lectores de mi blog y que 2016 les depare más éxitos personales y profesionales.