Según los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Banco Central de Nicaragua, la tasa de inflación acumulada en este año, es decir, el aumento de precios entre diciembre 2013 y septiembre 2014, continúa siendo de un dígito al mostrar el nivel de 4.91%, apenas 8 décimas porcentuales mayor que la tasa de inflación acumulada en el mismo lapso del año pasado. Excluyendo los precios de los alimentos y los combustibles, la inflación denominada como “subyacente” es 4.98% acumulada a septiembre y es menor que la de 5.85% en el mismo mes de 2013.
Además, en términos interanuales, o sea, entre septiembre de 2013 y septiembre 2014, los precios al consumidor han subido 6.49% y reflejan casi 9 décimas porcentuales menos que la registrada en septiembre de 2013. En otras palabras, a septiembre la presión inflacionaria, determinada con el Índice de Precios al Consumidor, es menor que la del año pasado.
Con esos resultados inflacionarios a septiembre de 2014 se puede concluir que la tasa de inflación del IPC no es ni será un grave problema en la economía nicaragüense en este año, no obstante de la alza exorbitante que ha tenido el precio del frijol y cuestionada política monetaria del BCN que establece una meta inflacionaria anual de 7%, que es igual a la suma de la tasa de devaluación (5%) y de la tasa de inflación objetivo de las economías avanzadas (2%) y fortifica la excesiva dolarización extraoficial de la economía. Entonces, ¿por qué el clamor de los nicaragüenses por la carestía de la vida?
El problema inflacionario de nuestro país radica en la pérdida del acceso de la población a los alimentos. Hoy se observa una aceleración del costo de la canasta de 53 productos de consumo básico y desde junio de este año se registra oficialmente un salario promedio nacional (o del sector formal de la economía nicaragüense) que ya es inferior al costo de los 23 alimentos incluidos en la canasta de consumo básico. Por lo anterior, se puede concluir que la situación es peor para las personas que devengan el salario mínimo legal o un salario en el mercado informal que ya abarca al 80% de las empresas radicadas en nuestro país.
La tasa de inflación acumulada en este año de los 53 productos de consumo básico es de dos dígitos, 11.39%, y en términos interanuales es igual a 12.53%, al subir su costo total desde diciembre del año pasado en 1 mil 177 córdobas hasta el nivel de 12 mil 301 córdobas en septiembre recién pasado.
El verdadero problema que resiente actualmente la mayoría de los asalariados es el aumento acumulado anual de 16.11% (20.55% interanual) de los precios de los 23 alimentos incluidos en susodicha canasta, entre los cuales se distingue la gran alza de 2.5 veces del frijol, cuyo precio promedio por libra pasó de C$10.77 en diciembre de 2013 a C$26.39 en septiembre de este año. Otros alimentos cuyos precios se han elevado entre 10% y 30% en el transcurso del años son, en orden de importancia, la naranja, la posta de cerdo, la cebolla blanca, el arroz, la carne de aves (pollo), la posta de res, la leche fluida, el azúcar y el plátano verde.
Sólo el salario promedio nacional pagado en el sistema financiero del país, que es igual a 16 mil 659 córdobas en junio recién pasado, es superior al costo total de la canasta básica oficial. Pero el salario mínimo legal de este año, que fue ajustado con una tasa de 10.53%, es, en términos promedio simple para las actividades no agropecuarias, igual a 4 mil 417 córdobas y equivalente al 54.13% del costo de los 23 alimentos básicos y al 36.14% del costo total de la canasta de consumo básico.
En otras palabras, se requeriría que 2 personas devenguen un salario mínimo no agropecuario para satisfacer las necesidades alimenticias de una familia, cuyo tamaño promedio nacional es de 5.9 personas según la V Encuesta de Medición de Nivel de Vida (EMNV) de 2009. También se requeriría que 3 personas devenguen ese salario mínimo para que adquieran una canasta de consumo básico y satisfagan, en principio, las necesidades familiares de alimentación, higiene personal, higiene del hogar, los pagos mínimos de los servicios públicos (agua y electricidad; se excluye el gasto por uso del celular del costo de la canasta), el transporte en autobuses urbanos (240 viajes por mes) y el vestuario.
Es muy fácil responder que el problema del aumento interanual de 12.53% del costo total la canasta de consumo básico observado en el mes pasado se puede resolver con más producción.
En este año, por ejemplo, se ha observado que la estatal Empresa Nicaragüense de Alimentos Básicos (ENABAS) fue incapaz para garantizar el frijol a la población, y que el diputado de la Bancada de la Alianza PLI (BAPLI), Armando Herrera Maradiaga, introdujo una iniciativa de ley para estabilizar los precios del arroz, frijol, aceite, azúcar, leche, queso, huevos y pollo, a la cual no le veo futuro porque podría empeorar el desabastecimiento de los alimentos en el mercado local.
No debemos limitarnos a respuestas cortoplacistas para resolver los problemas en el abastecimiento de alimentos, principalmente de granos básicos. Aumentar la producción demanda la participación del Estado, los productores y los trabajadores, cuestión que se logra en el mediano y largo plazo con una mejor educación técnica, una efectiva transferencia de tecnología para los propietarios de microempresas y pequeñas empresas que no pueden comprarla –incluyendo proyectos para el riego de los cultivos -, el restablecimiento de una real banca estatal de fomento a la producción, la entrega de información económica a los productores de granos básicos, la implementación de un programa que reduzca las pérdidas post cosecha de granos básicos tanto en las fincas como en el proceso de distribución, y la ampliación de la infraestructura económica, principalmente la red de caminos rurales, la introducción de energía eléctrica, agua potable o mejorada y manejo de aguas residuales en las zonas rurales dispersas. Todas estas cuestiones podrían ser abordadas en el diálogo tripartito del Estado, los empresarios y los trabajadores.