Muy controversial es la opinión de los servidores públicos de ser prudentes ante la caída en picada de los precios internacionales del petróleo y de los combustibles, para que puedan proceder a determinar la disminución de esos precios en nuestro mercado interno, incluyendo la tarifa del Kwh de energía eléctrica, a sabiendas que la caída en picada se prolongará en este año. Así lo han dado a entender el asesor económico y financiero del presidente de la República, Bayardo Arce, y el presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN), Ovidio Reyes, mientras el presidente del Instituto Nicaragüense de Energía (INE), David Castillo, se distingue por su silencio.
Los beneficios de las caídas de esos precios internacionales, por lo menos las observadas el año pasado, que están recibiendo los países importadores de petróleo aún no se observan plenamente en nuestro país. El primer punto de la agenda gubernamental debería ser la competitividad empresarial, pero la prudencia gubernamental no la fomenta porque los costos de la energía eléctrica y del transporte de carga, así como los precios de algunos insumos derivados del petróleo, tales como los agroquímicos y entre ellos la urea, no han disminuido.
Otro beneficio esperado es la liberación de nuestros impuestos que fueron asignados en el presupuesto nacional para garantizar los subsidios del consumo de energía eléctrica de las familias de las familias de bajos ingresos y de la tarifa de transporte de pasajeros en autobuses urbanos de la Ciudad de Managua y Ciudad Sandino, para reorientarlos a la inversión pública, principalmente en proyectos relacionados con el próximo ciclo agrícola, incluyendo los proyectos de riego.
Si se ajustaran los precios locales antes mencionados sólo con sus caídas ya observadas en el mercado internacional durante el año pasado, también podríamos observar una mejoría en el poder de compra de los asalariados, de tal manera que la presión política en la mesa de negociación del ajuste de salario mínimo tendería a disminuir.
¿Por qué no han bajado los precios de los combustibles y de la energía eléctrica en el mercado nicaragüense, con la misma celeridad que han caído en el mercado internacional? Sencillamente, porque el diálogo permanente, ya elevado a rango constitucional, entre las autoridades gubernamentales, los empresarios y los trabajadores, no ha funcionado para corregir esa falla del mercado.
Si esos precios locales cayeran coherentemente con el ritmo de su caída internacional, arrastrarían a la baja al resto de los precios locales al consumidor, incluyendo varios productos de la canasta de 53 productos de consumo básico. Desaparecería el argumento, que ya está volviendo popular, que los precios de muchos bienes y servicios no disminuyen porque el costo de la canasta de consumo básico permanece alto, pero este razonamiento no es exclusivo de los productores de bienes y servicios, sino que es tanto de los productores como de los consumidores. El argumento debería ser que no se han reducido los precios locales de los combustibles y de la energía eléctrica en una forma coherente con su ritmo de caída en el mercado internacional.
Reitero que los precios internacionales, marcadores para América Latina y, por ende para Nicaragua, tuvieron las siguientes caídas acumulada anual en 2014: el barril de petróleo, 39.4%; diesel, 38.3%; gasolina super, 40.2%; gasolina regular, 42.8%; y fuel oil, para generar termoelectricidad, 45.9%. Sin embargo, los precios locales de esos combustibles líquidos, excluyendo el impuesto selectivo de consumo (ISC), el impuesto para el Fondo de Mantenimiento Vial (FOMAV) y el costo de regulación y fiscalización del INE, sólo han bajado, en el caso del diésel, 27.5%; el de la gasolina super, 25.0%, y el de la gasolina regular, 25.7%. La tarifa de la energía eléctrica no ha mostrado cambio alguno.
También se observará una caída del monto anual del préstamo petrolero que concede Venezuela a nuestro país. Con el supuesto que se mantengan los actuales términos financieros de dicho préstamo, el préstamo anual venezolano de US$550 millones disminuirá a lo sumo 50%, es decir, hasta US$225 millones anuales, y provocará, en un año pre electoral, un menor financiamiento intermediado por ALBACARUNA a los proyectos socio productivos que generan productos para exportarlos a Venezuela con el fin de pagar la deuda petrolera, y también disminuirá la ejecución de programas sociales destinados a los nicaragüenses que padecen de pobreza extrema.
La guerra de precios internacionales de los hidrocarburos no será de corto plazo. Continuará a lo largo de este año. Entonces, ¿por qué esperar dos meses más para determinar el nivel de los precios locales de los combustibles y de la energía eléctrica? La prudencia gubernamental se está convirtiendo en un obstáculo para promover la competitividad empresarial y el bienestar de la población nicaragüense.
Aconsejo a las autoridades gubernamentales a que convoquen a los empresarios y los trabajadores con el objetivo de coordinar la disminución coherente de los costos de producción y facilitar la entrega del beneficio social que nos deja la aparatosa caída de los precios internacionales del petróleo, que ya arrastró a la baja a los precios internacionales de sus derivados. Las revisiones de estos precios a lo largo de este año podrían realizarse a finales de cada trimestre.