En estos últimos días del año, un amigo me decía que al entrar a una página web de un banco comercial radicado en nuestro país le parecía que estaba entrando a la página web de un establecimiento comercial. Realmente los banqueros son comerciantes del dinero, dicho más elegantemente intermediadores de los depósitos de la población y del apalancamiento financiero externo, pero es preocupante que los identifiquen exclusivamente con los propietarios de empresas comerciales, hoteles y servicios comunales y personales, pero divorciados del crecimiento económico sostenible del país.
Entré a esas páginas web y me sorprendió los diversos anuncios comerciales, tales como recibe fácil y seguro tus remesas, adelantos de salario, en esta navidad le damos el mejor regalo, prestamos a toda velocidad (crédito para automóviles), pague rápido y ágil sus servicios públicos y privados, adquiera una vivienda nueva o usada, compre en forma segura por internet, te regalamos los nuevos árboles para tu jardín si adquieres un préstamo de vivienda, alivie su presupuesto familiar, acumule puntos por sus compras con tarjeta de crédito, Miami está más cerca (con el millaje de tu tarjeta de crédito), bienes en venta (casas, edificios, terrenos, terrenos baldíos, lotes y módulos comerciales, vehículos y obras de arte), por un préstamo personal recibe un celular para hablar y navegar gratis por un año, y disfruta increíbles promociones y descuentos con tu tarjeta de crédito. No aparece un solo anuncio de préstamos para apoyar la producción, mucho menos la inversión, en todas las actividades económicas.
Recientemente en un medio público de comunicación social, un empleado bancario de alto rango se refirió a la situación económica del país, pero explicó la trayectoria del sector agropecuario, la agroindustria, la minería, y no se pronunció sobre el comportamiento del sistema financiero nacional. El alto cargo bancario parecía un economista al hablar del crecimiento económico, el nuevo récord del valor de las exportaciones, la inversión extranjera directa, la producción de las empresas que gozan del régimen de zona franca, el aumento de las remesas familiares, la mejoría del empleo, pero no reflexionó sobre un año de desaceleración bancaria y tres años continuos de depresión bancaria en nuestro país.
Luego, en otro medio de comunicación social, el mismo empleado bancario de alto rango no logró señalar el comportamiento del volumen de servicios financieros y no financieros generado por las entidades bancarias y la calidad contractiva de la política crediticia del sistema bancario nacional. Con respecto a esa política, un estudiante de primer año de finanzas sabe cuándo el crédito es expansivo, neutral o contractivo, pero el alto cargo, valiéndose del humo de la inflación que oscurece el análisis financiero, señaló que las entregas brutas de crédito han crecido y creó “artificialmente” la imagen expansiva de la política crediticia, sin tomar en cuenta las recuperaciones de crédito para determinar, por lo menos, el valor del crédito neto en precios corrientes facilitado por los bancos a la economía, que en nuestro caso está acompañado de una inflación interanual de 7.34% a noviembre en este año, pero no es exigible que lo deflacte para determinar la caída real del saldo del crédito y, por ende, del valor agregado de los bancos o su contribución en la formación del Producto Interno Bruto (PIB) Real del país, cuestión que el alto cargo reconoce que es una tarea para los economistas; sin embargo, se auto engaña y trata de engañar al afirmar públicamente que la banca privada del país ha tenido un crecimiento sostenible.
El Banco Central de Nicaragua (BCN) no se ha equivocado al manifestar que todas las actividades económicas del país han crecido en 2011, excepto el sistema financiero nacional que cruza el Niágara en un taburete desde enero de 2008 hasta este día. No pretendo analizar la situación de cada banco en particular, pero si los bancos desean superar su problema actual deberían, entre otras cosas, aprender a ser competitivos entre ellos mismos, porque es evidente que integran una industria oligopólica y actúan con un puño monopólico. Su creatividad en la competencia la observo sólo en los anuncios de sus páginas web.
Continuó el alto cargo bancario señalando que el sistema financiero es sólido y fuerte. En realidad, los números así lo demuestran con la adecuación de capital de cada banco que supera a la norma establecida por la Superintendencia de Bancos y de Otras Instituciones Financieras (SIBOIF). Sin embargo, el alto cargo también reconoce el papel jugado por las utilidades bancarias para reforzar el capital bancario, mas dejó a un lado el hecho que hasta hoy el margen de intermediación financiera de las entidades bancarias de Nicaragua, que mide el grado de dispersión entre la tasa de rendimiento de los depositantes y de los deudores, o que mide los costos de intermediación y la productividad de los bancos, es el más alto de Centroamérica con un 13%, por lo cual se puede afirmar que el sistema financiero nacional no está asignando en mejor forma los recursos a la economía. Dicho sea de paso, las entidades bancarias deberían emprender tan pronto sea posible la reducción de sus gastos administrativos para elevar la productividad de sus servicios.
Además, el alto cargo bancario aparentemente ignoró que la presencia de altos márgenes de intermediación financiera podría estar señalando prácticas no competitivas de los intermediarios financieros o elevados costos no financieros de operación, por lo cual podría disminuir el incentivo de los intermediarios a mantener la calidad de su cartera al tiempo que se aumentaría la posibilidad de que la cartera se deteriore. Como indiqué en un reciente artículo sobre este tema que publiqué en mi blog, en un mundo globalizado los socios o accionistas de los bancos deberían preocuparse de la complaciente e insostenible afirmación que la solidez de un banco o de un sistema bancario depende en parte de la capitalización de las utilidades originadas en los altos márgenes de comercialización financiera o en la extracción de ganancias oligopólicas a los usuarios del crédito y a los depositantes.
Finalmente, el funcionario bancario externó la actual estrategia bancaria que persiste en el país desde 2008: decidieron mantener una excesiva liquidez en detrimento de la tasa de rentabilidad bancaria. Como un resultado de esa decisión estratégica sostenida hasta hoy, y que con mucha probabilidad se sostendrá el próximo año por la desaceleración o la recaída económica mundial resultante del plan de “austeridad” europeo, el saldo real o en precios constantes del crédito a la economía se desplomó desde 2008.
No dude, estimado lector, que 2012 pasará a ser el quinto año consecutivo de la caída del crédito en Nicaragua, porque la economía nicaragüense ha crecido en los últimos dos años independientemente de la hiper liquidez y la desconfianza de las entidades bancarias radicadas en el país. En caso contrario, los bancos habrán cambiado, al menos, la mercadotecnia de sus páginas web y, a lo sumo, tendrán que hacer muchas cosas más para que se vuelvan más eficaces y productivos, mejor dicho para cambiar su estrategia actual.