El Banco Central de Nicaragua (BCN) es, si no el único, uno de los pocos bancos centrales que realiza sus proyecciones de corto plazo con horquillas, es decir, con distancias entre dos magnitudes dadas. Usualmente los bancos centrales determinan las principales metas macroeconómicas con un solo dato, en vez de un abanico de posibilidades que nos hace recordar los ya trillados ejercicios académicos llamados optimista, probable y pesimista. Probable es el escenario de hoy, pesimista si se empeora la situación actual y optimista si se aspira alcanzar algo mejor.
Para el año de 2017, entre las proyecciones del BCN para la economía nicaragüense se observa un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) Real (o en precios constantes de 2006) entre 4.5% y 5.0%, una reiterada proyección en los últimos años como lo es también la de la tasa anual de 5% de devaluación del córdoba, que se mantiene desde el año de 2004; una tasa de inflación acumulada anual entre 5.5% y 6.5%, que en un escenario de mayor inflación importada pone en entredicho el cuestionable cálculo inflacionario que la autoridad monetaria realiza con la suma de la tasa de devaluación del córdoba (5%) y de la tasa de inflación internacional o la inflación objetivo de 2% de las economías avanzadas, que en Estados Unidos, principal socio comercial del país, ya alcanzó en enero recién pasado; y un saldo de reservas internacionales brutas de 2 mil 570 millones de dólares, equivalente a 2.4 veces el saldo de la base monetaria al 31 de diciembre del año en curso.
La dinámica del crecimiento económico de Nicaragua es incuestionable, pero sigue siendo insuficiente para reducir el subempleo, el desempleo y la pobreza. En los últimos cuatro años, el flujo bruto anual de la inversión extranjera directa (IED) se aproximó a los 1 mil 350 millones de dólares, aunque hoy reconocemos que las incertidumbres económicas y políticas provenientes del exterior podrían afectar a la IED, que es la principal fuente de aumento de las reservas internacionales del BCN. La actividad de la construcción pública en infraestructura económica es notable en este año, y también lo es la construcción privada. En términos interanuales, el volumen de consumo actual de energía eléctrica crece a un ritmo de 6.5%, mientras que la recaudación real, sin incluir la inflación, de los impuestos indirectos del Gobierno Central aumenta 15.2%.
Fácilmente se puede concluir que el PIB Real está creciendo anualmente con una tasa mayor que 5%, aun tomando en cuenta que el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) creció 4.4% promedio anual en 2016, dos décimas menos que la registrada en diciembre de 2015 cuando el país era azotado por una sequía que duró dos años consecutivos. Además, el IMAE, que no toma en cuenta la recaudación de impuestos indirectos arriba mencionada, sólo incorpora volúmenes de producción de bienes y servicios más importantes del país, aunque la producción de aproximadamente 20 productos clave de la economía nacional es estimada por el BCN debido a la indisponibilidad de datos sectoriales, de acuerdo con la información que la autoridad monetaria publica en su página web.
Desde la década de los noventa se ha observado que la proyección anual de los ingresos tributarios del gobierno central ha sido menor que sus datos observados al final de cada año. Con la severa política de ajuste económico establecida desde 1994, se contuvo el crecimiento del gasto público en concepto de transferencias a las alcaldías, las universidades y el Poder Judicial. Sin embargo, generalmente en el segundo semestre de cada año se realizaban las reformas presupuestarias debido a la sobre recaudación de impuestos, que no se asignaba exclusivamente a un mayor gasto público, sino a un aumento de los depósitos del gobierno central en el BCN con el fin de proteger la posición de las reservas internacionales. Cabe agregar que una mayor recaudación real (o sin inflación) de impuestos, especialmente indirectos, indica un mayor crecimiento del PIB Real.
En cuanto a la inflación, en opiniones anteriores hemos señalado que se acelerará en este año por las alzas de los precios internacionales de los bienes primarios, entre ellos el petróleo, y de las tasas de interés internacionales que harán más escaso y más caro el financiamiento externo, especialmente el contratado por el sector público con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y por la banca comercial con instituciones financieras internacionales.
La tasa de inflación interanual en enero de este año ya está cerca de la barrera de 4%, 1 punto porcentual por encima de la tasa de inflación acumulada en 2016. Más aún, el costo de la canasta de 53 productos de consumo básico reflejó un aumento interanual de casi 3% en enero, que es mayor en 2 puntos porcentuales que el registrado en todo el año de 2016. Esto debe preocupar al BCN si se empecina en mantener su horquilla inflacionaria programada para 2017, que hoy está influenciada principalmente por la inflación importada.
En el tiempo transcurrido en este año, las colocaciones netas de Letras subastadas por el BCN han contraído la base monetaria en un poco más de 2 mil millones de córdobas y el 84% de este monto se ha logrado con plazos de 7, 14 y 30 días, lo que refleja una poca confianza de los inversionistas financieros, mientras se observa, por otro lado, una expansión de la base monetaria de 468 millones de córdobas debido a la disminución del excedente de encaje diario que el sistema financiero tienen en las arcas del BCN.
Esos dos mecanismos del BCN para administrar la liquidez en córdobas han impactado la disponibilidad de dinero (córdobas) en el mercado. A finales de enero recién pasado, el medio circulante, es decir, el monto de córdobas que circula fuera del sistema financiero nacional más el saldo de los depósitos en cuenta corriente, registró la severa desaceleración interanual de 1.8% y al 23 de febrero se había recuperado en el nivel de 5.8%, pero muy por debajo de la acostumbrada tasa promedio interanual de 20% registrada en 2015. Con esa medida monetaria se defiende la posición de reservas internacionales y se garantiza la estabilidad macroeconómica, porque los agentes económicos reducen su demanda de importaciones pero con el costo de la desaceleración del crecimiento económico, al entorpecerse las decisiones empresariales relacionadas con los volúmenes de ventas y de inventarios.
Será difícil contener y reducir la inflación del componente importado de la economía nicaragüense en 2017, porque el valor de las importaciones domésticas de bienes y servicios no atribuibles a factores de producción representa casi el 70% del PIB. La horquilla inflacionaria entre 5.5% y 6.5%, según el BCN, estará acompañada del aumento anual de US$122 millones en las reservas internacionales brutas, pero estos dos objetivos no consideran los riesgos económicos y políticos que podrían desencadenarse desde el exterior. Se nota muy bien la gran importancia que tenía el crédito petrolero de Venezuela para garantizar la estabilidad macroeconómica del país.