En medio de la creciente incertidumbre del escenario económico de Nicaragua en los últimos 68 días, espoleada por la crisis política imperante desde el 18 de abril de este año, la política monetaria del Banco Central de Nicaragua (BCN) entró al terreno de proveer más liquidez en córdobas y en dólares a las instituciones financieras, provocada por el creciente retiro de los depósitos del público no bancario, pero guardando con bastante celo la condicionalidad de que el saldo de las reservas internacionales brutas (RIB) sea igual, al menos, a 2.5 veces el saldo de la base monetaria, o sea, 2.5 veces la suma del saldo de dinero (córdobas) emitido por el BCN y del saldo de encaje sobre los depósitos en córdobas que los grupos financieros llevan al BCN.
Lo único que le interesa al BCN es la administración “adecuada” de las RIB para garantizar la estabilidad tanto del córdoba -nuestra moneda oficial apenas domina el 23% del mercado-, como de la tasa de inflación, que hoy se concentra en los gastos para la adquisición de alimentos, medicamentos, combustibles y servicio de telefonía celular. Reitero la administración “adecuada”, porque al BCN, cuya ley no le mandata asegurar el pleno empleo, no le preocupa el costo de mantener la estabilidad macroeconómica, o sea, la desaceleración del crecimiento económico, incluso la recesión económica que se visualiza si persiste la inestabilidad política en el segundo semestre de este año, el desplome de la inversión real fija (construcción y adquisición de maquinaria y equipo) y la destrucción de puestos de trabajo formal.
En un artículo económico que escribí anteriormente, había indicado que el máximo del saldo de los depósitos en dólares en las instituciones financieras se registró el 12 de abril del año en curso, con un total de US$4,115 millones. Con base en datos oficiales, entre esa fecha y el 20 de junio recién pasado se observó una caída de US$591 millones, igual a 14.4% del máximo antes mencionado y equivalente a 14 días de producción de bienes y servicios esperada antes de la crisis política en este año.
Para facilitar una mayor liquidez en dólares a las instituciones financieras, el BCN bajó la tasa de encaje legal diaria de 12% a 10% el 18 de este junio, lo cual significó en ese momento un monto de US$77 millones. Con esa reforma de la política de encaje legal, el BCN estaba enviando el mensaje a los depositantes que fortalecía la disponibilidad de dólares en las cajas de las empresas financieras. Ese mensaje hubiera sido más vigoroso si el BCN hubiese informado que los grupos financieros mantenían, en las arcas del BCN, un importante excedente de encaje sobre el monto requerido legalmente.
Al 20 de junio, ese excedente era de US$357 millones, que sumado al encaje requerido de US$360 millones arrojó un encaje observado de US$717 millones con una tasa de encaje efectiva de 19.9%, casi 10 puntos porcentuales por arriba de la tasa de encaje legal. Cabe aclarar que a medida que los depositantes retiran sus depósitos en dólares, el saldo de encaje en dólares observado también tendría que disminuir.
Sin embargo, el BCN persiste en continuar vendiendo dólares a los grupos financieros, con lo cual disminuye el saldo de las RIB. ¿Por qué?
Con la venta de dólares al sector privado en la mesa de cambios, el BCN recibe córdobas, es decir, al sacar córdobas del mercado disminuye la demanda de divisas de parte de los agentes económicos. En otras palabras, con su política monetaria contractiva, descalibrada en ciertos momentos, el BCN, disminuye el saldo de emisión de dinero y, por ende, el saldo de la base monetaria. Así, el BCN se siente aliviado al mantener a toda costa la estabilidad del tipo de cambio y del índice de precios al consumidor, pero a costa de una mayor desaceleración del crecimiento de la producción.
Al 21 de junio, las RIB habían caído US$99 millones en este año y su saldo de US$2,659 millones equivalía a 2.79 veces la base monetaria (M0), y ésta ha disminuido C$3,084 millones a la misma fecha antes mencionada. Por consiguiente, la condicionalidad de la estabilidad macroeconómica, RIB/M0, es igual a 2.79, que está por arriba del nivel mínimo de 2.5, con lo cual se puede demostrar que el BCN tiene un buen control contable sobre las reservas internacionales y la base monetaria.
Eso es lo único que puede hacer el BCN en este escenario económico crítico: manteniendo la libre convertibilidad, la autoridad monetaria debe saber sumar reservas y saber restar base monetaria, con las restricciones de un menor flujo de exportaciones de bienes y servicios, una fuerte reducción de la inversión extranjera directa y un creciente, pero aún controlable, déficit fiscal. Cabe agregar que la disminución prevista de los valores de las exportaciones y de la inversión extranjera directa en este año se neutralizará parcialmente por el flujo de la cooperación oficial multilateral destinado principalmente a la ejecución de proyectos de inversión pública.
Ese juego de suma y resta tiene su límite. Ese límite está dado por el monto US$1,661 millones en concepto de reservas internacionales ajustadas (RINA), que corresponden al resultado del esfuerzo fiscal para aumentar las reservas internacionales administradas por el BCN.
Las RINA, que representan el 62% de las RIB, mostraron una caída de US$141 millones en el transcurso del año hasta el 21 de junio, mientras que las ventas netas de dólares del BCN al sector privado en la mesa de cambios, o sea, ventas menos compras, fue del orden de US$172 millones. Se puede concluir que la caída de las reservas internacionales se explica principalmente con las ventas de dólares del BCN a las instituciones financieras en la mesa de cambios.
No hay que esperar que la economía de Nicaragua se desplome. Entonces, la pregunta clave es: ¿En cuánto tiempo podría agotarse el saldo de la RINA de US$1,661 millones? Depende del tiempo en que se resuelva la crisis política en la mesa del Diálogo Nacional. Siempre confío en que el diálogo, honesto y constructivo, es la única vía para que los nicaragüenses podamos resolver el conflicto nacional. Mientras más pronto, mejor.