Las crisis y sus impactos en el mercado laboral de Nicaragua: una oportunidad fiscal

25 09 2021

Según la información oficial publicada por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), los precios al consumidor han aumentado 2.8% durante los últimos ocho meses; esa es una tasa de inflación anualizada de casi 5% por el “efecto base”, y es equivalente al alza interanual del costo de la vida en agosto recién pasado, que es representada por la tasa de inflación interanual del índice de precios al consumidor (IPC) de 4.98%. Por otro lado, el costo de la canasta de 53 productos de consumo básico, cuyo valor en agosto de este año fue C$15,270.59, equivalente a US$433.11, se incrementó 5.71%.

Debo reiterar que las actuales cifras porcentuales anualizadas son más engañosas, porque estamos en períodos de cambios rápidos debido a los impactos provocados por el Covid-19 en la economía mundial. Por ejemplo, según el Banco Central de Nicaragua (BCN), el producto interno bruto (PIB) real del segundo trimestre de 2021 subió interanualmente 16.7%, parece históricamente fuerte, pero en realidad se redujo 0.31% con respecto al primer trimestre de 2021 y también se redujo 2.67% con respecto al cuarto trimestre de 2020.

Además, el PIB real creció en junio de 2021 alrededor del 3.67%, subió 2.15% en mayo y apenas se incrementó 0.41% en abril, tal como lo indican las tasas de variación interanual del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) promedio anual.  Los tres meses que componen el trimestre tuvieron crecimiento relativamente débiles. Tampoco olvidemos que las cifras trimestrales del PIB en córdobas de 2006, representan la cantidad promedio de producción durante un período de tres meses.

De acuerdo con datos del Ministerio del Trabajo (MITRAB), el salario promedio formal de la economía a junio de 2021, último dato disponible a esta fecha, fue igual a C$11,015.00, equivalente a US$313.46. Estimo que en agosto recién pasado ese salario se aproxime a C$11,018.00 (igual a US$312.50) y mostraría una cobertura de 72.2% del costo de la canasta de consumo básico. En agosto de 2020, dicha cobertura era 76.0%.

Así, se puede afirmar que la tasa de inflación del costo de la canasta de consumo básico es 7.3 décimas porcentuales mayor que la tasa de inflación del IPC y que el salario promedio formal de la economía ha visto reducida su cobertura sobre la canasta de consumo básico en 3.8 puntos porcentuales.

Es curioso el hecho de que en los últimos 3⅟2 años el salario promedio nacional del empleo formal registre un aumento acumulado de apenas 3.09%, al pasar de C$10,685.00 en diciembre de 2017 a C$11,015.00 en junio de 2021. Las empresas tienen bajas expectativas inflacionarias debido al desplome de la demanda interna de bienes y servicios finales, o sea, los gastos de consumo de parte de los hogares y de inversión ejecutada por los empresarios, por lo cual actúan como si la inflación actual se encuentra en una fase de descenso transitorio provocada por la alicaída demanda interna. 

En cuanto a las estadísticas del mercado laboral del país elaboradas por el INIDE, en el segundo trimestre de 2021 la tasa neta de participación, o sea, el cociente de dividir el número de personas de 14 años y más ocupadas (aunque sea 1 hora en el día, dato que dejó de publicarse por actividad económica en 2011) entre el número de personas de la población económicamente activa (PEA, dato que dejó de publicarse en 2014) fue 94.9%, por lo cual la tasa de desempleo abierto fue apenas 5.1% (?!!). Tomando en cuenta la distribución normal, sería muy sorprendente la afirmación de que la economía de Nicaragua está prácticamente en pleno empleo, con un nivel de significación estadística de 5% y con una confianza de 95% (?!!).

Sin embargo, el informe laboral del MITRAB agrega que la tasa de inactividad, es decir, el cociente de dividir el número de personas de 14 años y más que están inactivas entre la población en edad de trabajar (PET), mostró el nivel de 33.5%, un porcentaje que es muy aproximado a la suma que estimo con las tasas de desempleo abierto y de desempleo equivalente relacionado con el subempleo. El INIDE estima que la tasa de subempleo es igual a 45.0% del total de la población ocupada.

En cuanto al número promedio anual de personas aseguradas activas que cotizan la seguridad social, entre 2017 y 2020 disminuyó de 914,196 (el 26.5% de la PEA) a 714,465 (el 18.0% de la PEA), con una destrucción acumulada de 199,731 puestos de trabajo formal en el trienio 2018-2020. En enero-julio de 2021, el número promedio anual de asegurados activos alcanzó el nivel de 752,463 personas, lo cual indica tanto el restablecimiento de 35,540 puestos de trabajo como la tarea pendiente de restablecer 164,191 puestos de trabajo formal para alcanzar el nivel promedio anual registrado en 2017.   

El problema político interno de abril de 2018, la reforma procíclica de la Ley de Concertación Tributaria de febrero de 2019, la presencia de la pandemia mundial del Covid-19 en marzo de 2020 y los riesgos del cambio climático con los huracanes Eta e Iota que azotaron el Caribe Norte del país en noviembre de 2020, impactaron al mercado laboral con los aumentos del desempleo y el subempleo y con la pérdida del poder adquisitivo de los salarios.

El dilema macroeconómico de más inflación y menos desempleo o de más desempleo y menos inflación se resuelve, en nuestro caso, con la estrategia de que la inversión pública en infraestructura económica y social es necesaria para reconstruir la economía nicaragüense y generar puestos de trabajo directos e indirectos. Ese sería el primer paso, aumentar la inversión pública, como se observa en este año, en las zonas más desfavorecidas y llamadas “multiplicadoras altas”, para atraer y multiplicar a la inversión privada. Cabe agregar que la política monetaria no tiene la munición suficiente para estimular la economía del país en el corto plazo.

Si continuara el mantenimiento de una austeridad fiscal, de una política fiscal muy restrictiva, tal como se notó con un déficit fiscal bastante cercano al 1% del PIB durante el trienio 2018-2020, y con un aumento en 2019 de la carga tributaria en casi 2 puntos porcentuales del PIB, hasta 17.5% del PIB, perjudicaría más a la economía y no se podría reducir la deuda pendiente con los desempleados y subempleados del país.

La disminución de la alta tasa de desempleo abierto y de desempleo equivalente relacionado con el subempleo, en otras palabras, la disminución de la tasa de subutilización de la fuerza laboral del país, será la señal de que estamos saliendo del hoyo económico en que hemos caído y de que las políticas públicas están reduciendo la pobreza de la población nicaragüense. Para ello, se necesita el activismo fiscal. Hay que evitar la desaceleración de la recuperación económica, pero para que sea vigorosa será necesario que una gran parte de la población esté vacunada contra el Covid-19 y que se resuelva el problema político nacional.

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La necesidad de la Convivencia

19 09 2021

El saldo de reservas internacionales brutas (RIB) administradas por el Banco Central de Nicaragua (BCN) se ha multiplicado por 1.47 veces desde diciembre de 2017, un año de máximos históricos de la economía de Nicaragua, al mostrar el nivel de US$4,052.7 millones el 31 de agosto de 2021. Tomando en cuenta la fuga de los depósitos en dólares observada en 2018, el saldo de las RIB registrado en agosto recién pasado se multiplicó por 1.79 veces, es decir, se incrementó 79% equivalente a US$1,791.6 millones.

En medio de las crisis que han impactado a Nicaragua desde abril de 2018, el aumento sostenido de las reservas internacionales ha sido producto de una política monetaria responsable y bastante coordinada con la política fiscal, y de un flujo de cooperación internacional de emergencia por las necesidades urgentes de balanza de pagos para atender la salud pública frente a la pandemia mundial del Covid-19, que se presentó en Nicaragua en marzo de 2020.

No obstante de que las sanciones financieras internacionales derivadas de la NICA Act impiden a Nicaragua contratar nueva deuda pública externa con el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se destinaba principalmente a la ejecución de proyectos de inversión pública y al apoyo a la balanza de pagos, esa ley dejó abierta la puerta de la asistencia humanitaria para que el país pueda tener acceso a los préstamos y donaciones multilaterales.

En diciembre de 2020, el país desembolsó US$320.2 millones provenientes de los tres organismos financieros multilaterales y, además, en agosto de 2021 el FMI prestó a Nicaragua US$351 millones para apoyo a balanza de pagos, o sea, para fortalecer la posición de las reservas internacionales del país, en  el marco de la ayuda «a los países miembros más vulnerables que están luchando contra los estragos de la crisis provocada por la COVID-19».

El saldo de las RIB en el BCN no sólo ha crecido por la cooperación externa al sector público, sino también por la participación del sector privado, mejor dicho, de la banca privada del país. Por ejemplo, entre diciembre de 2018 y agosto de 2021, la inversión financiera en Letras del BCN pagaderas en dólares, que se adjudican desde noviembre de 2017, saltó de US$58.9 millones a U$560.3 millones; el saldo de los depósitos monetarios en dólares, tanto de absorción como de inyección de liquidez diarias, subieron de US$25 millones a US$141.0 millones; el fondo de garantía de los depósitos (FOGADE) se expandió de US$180.9 millones a US$215.5 millones; y los títulos de inversión en dólares aumentaron muy levemente de US$0.2 millones a US$2.1 millones.

Sin embargo, esas alzas de reservas depositadas por la banca comercial en las arcas del BCN fueron neutralizadas parcialmente por el saldo de encaje en moneda extranjera, o sea, el porcentaje del total  de los depósitos en dólares que las entidades bancarias depositan en el BCN, que cayó de US$628.3 millones a US$553.8 millones en ese mismo período, debido a la fuga de estos depósitos por US$1,369.7 millones observada entre el 12 de abril de 2018 y el 31 de marzo de 2019. A finales de agosto de este año, el total de los depósitos en dólares en los bancos es US$3,248.8 millones, muy por debajo del máximo histórico de US$4,115.0 millones registrado el 12 de abril de 2018.

Se puede concluir que de cada US$100 de reservas internacionales brutas en el BCN, US$61.13 pertenecen al sector público, US$36.34 pertenecen al sector privado y US$0.03 pertenecen al Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que prestó US$200 millones en 2018 para fortalecer a las reservas internacionales de Nicaragua -a finales de agosto de 2021, el país le ha pagado US$98 millones-.

El BCN, con esa formidable tenencia de reservas internacionales brutas que suma US$4,052.7 millones, puede garantizar la estabilidad del tipo de cambio y de una baja tasa de inflación en el corto plazo.

El nivel mínimo prefijado para la condicionalidad de la estabilidad macroeconómica [Reservas Internacionales Brutas (RIB) / Base Monetaria (M0)] en el caso de Nicaragua es 2.5; en otras palabras, el saldo de las RIB debe ser igual, al menos, a 2.5 veces la M0 o dinero de alto poder (emisión de dinero más saldo de encaje en córdobas depositado por las entidades bancarias en el BCN). Al 31 de agosto de este año, el saldo de las RIB es igual a 3.63 veces el saldo de la M0.

Otra expresión de la estabilidad macroeconómica para Nicaragua es que el saldo de las RIB se encuentre en el rango de 5 meses y 10 meses de importaciones de bienes CIF. En agosto de este año, el saldo de las RIB es aproximado a 8.45 meses de importaciones de bienes CIF.         

En 2021, un año electoral, no hay riesgos de inflación alta ni de inestabilidad del tipo de cambio. En 2022, un año de diálogo y convivencia, no se observan riesgos que rompan la coordinación entre la política monetaria y la política fiscal.

De acuerdo con datos oficiales del BCN, en términos acumulado anual, o sea, entre diciembre de 2020 y agosto de 2021, el saldo de la base monetaria cayó 9.8% y su saldo se redujo en C$4,267.1 millones, mientras que el medio circulante se contrajo 2.8% y su saldo disminuyó en C$1,435.3 millones.

Al 30 de agosto, el promedio de la brecha cambiaria entre el tipo de cambio de venta del dólar en las ventanillas bancarias con respecto al tipo de cambio oficial era igual a 1.04%.

Con datos oficiales del Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP), en el primer semestre del año, se registró un superávit fiscal de C$5,890.8 millones y el déficit del presupuesto anual actualizado para 2020 es igual a C$9,717.5 millones, equivalente a 2% del PIB.

Creo que no es posible un cambio en la estrategia económica gubernamental en este año, porque la estabilidad macroeconómica se ha garantizado desde hace cuatro años, incluyendo el de 2021. Reactivar la producción y acelerar la tasa de crecimiento económico tampoco lo veo posible en 2022, porque es un año al que le llamaría del diálogo político entre políticos y del diálogo económico entre políticos y empresarios, del restablecimiento de la confianza entre los agentes económicos y sociales, de la eliminación de las incertidumbres políticas y económicas. Tenemos que aprender a convivir en forma respetuosa.





SEMINARIO DE ACTUALIZACIÓN EMPRESARIAL El impacto directo de una suspensión de Nicaragua en el TLC DR-CAFTA

15 09 2021

Los nicaragüenses conocimos los efectos de dos sanciones estadounidenses que entraron en vigor el 1 de mayo de 1985: un embargo comercial y un embargo financiero, que fueron suspendidos el 25 abril de 1990.

El 20 de diciembre de 2018 año entró en vigor la Ley de Condicionalidad de Inversiones de Nicaragua (NICA Act) que le impide a Nicaragua la contratación de financiamiento externo con el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, excepto por razones de asistencia humanitaria.

Actualmente se encuentra en proceso de aprobación en el Congreso de Estados Unidos la Ley de Reforzamiento de la Adherencia de Nicaragua a las Condiciones para la Reforma Electoral (RENACER), que amplía las sanciones a Nicaragua en forma coordinada entre Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, e incluye la revisión de la participación de Nicaragua en el Tratado de Libre Comercio (TLC) DR-CAFTA.

Una exclusión de Nicaragua del TLC DR-CAFTA afectaría a todos los agentes económicos y a toda la población del país.

COPADES le invita a participar en el Seminario de Actualización Empresarial «El impacto directo de una suspensión de Nicaragua en el TLC DR-CAFTA».





Optimismo vs Realismo

12 09 2021

En la semana recién pasada, fuentes gubernamentales dieron a conocer dos noticias económicas importantes, cuya lectura e interpretación debe ser hecha con sumo cuidado. De acuerdo con datos del Banco Central de Nicaragua (BCN), el producto interno bruto (PIB) real del segundo trimestre de 2021 creció 16.7% con respecto a su nivel registrado en el mismo trimestre de 2020 y, por otro lado, según datos del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), la tasa de inflación del índice de precios al consumidor (IPC) acumulada en este año hasta agosto fue igual a 2.84% y en término interanual (de agosto 2020 a agosto 2021) subió hasta 4.98%.

Como economista, siempre he afirmado debemos ser cautos con la evolución de la producción y la inflación por el “efecto base” y, además, por los riesgos actuales que rodean a la leve reactivación económica observada desde abril de este año, como lo indican los datos del índice mensual de actividad económica (IMAE) publicado por el Banco Central de Nicaragua (BCN).

Las preocupaciones de inseguridad de la población afectarán al crecimiento esperado del PIB real en este año, pero el BCN elevó el crecimiento económico del rango de [4%, 6%] al rango de [5%, 7%]. El  resurgimiento del contagio de Covid-19 con su variante Delta provocará una reducción del gasto de los consumidores por su demanda precautoria de bienes y servicios. La actividad económica del país desaceleraría su crecimiento por la caída reiterativa de la producción de servicios comunales, sociales y personales, tales como turismo, viajes, hoteles, restaurantes, recreación y, muy probablemente, comercio.

Aunque en el corto plazo no se visualiza el riesgo de una nueva recesión económica (que implica caídas del PIB real en dos trimestres consecutivos), es muy probable que se prolongará la recuperación de los 161,732 puestos de trabajo aún perdidos de los 199,731 puestos de trabajo destruidos en el trienio 2018-2020.

El PIB real crece porque aumentan las cantidades de trabajo y de capital, pero la inversión privada (edificaciones y maquinaria y equipo) en Nicaragua se ha desplomado desde el segundo trimestre de 2017 hasta el tercer trimestre de 2020 debido al creciente riesgo político del país, no obstante los bajos riesgos económicos y financieros.

La otra causa del aumento del PIB real es una mayor eficiencia en el uso de los factores de producción, o sea, el aumento de la productividad por los cambios de conocimientos y el aprendizaje por la experiencia. Sin embargo, la variación anual de la productividad en la economía nicaragüense persiste en un nivel muy cercano al estancamiento (0%).

Otro factor de orden mundial, como la pandemia del Covid-19, que ayudaría a explicar la desaceleración económica mundial ya esperada, son los cuellos de botella en la cadena de suministros de insumos, o materias primas, y los mayores costos de flete que obstaculizan la producción de bienes terminados, por ejemplo, papel, plásticos, vigas de acero que impiden la ejecución de proyectos de construcción y chips de computadoras que paraliza la producción de vehículos. La escasez mundial de estos insumos no sólo impide el crecimiento económico, sino también elevan los precios al consumidor.  

La alta tasa de crecimiento de 16.7% del PIB real del segundo trimestre de 2021 con respecto a su nivel registrado en el segundo trimestre de 2020 es resultado del “efecto base”; en otras palabras, el PIB real del segundo trimestre de 2020 se había hundido 6.5% al ser comparado con el PIB real del segundo trimestre de 2019, un hundimiento causado por efectos del problema político interno de abril de 2018, de la reforma tributaria procíclica de febrero de 2019 y de la crisis sanitaria mundial del COVID-19 en marzo de 2020. Por esta razón, los economistas debemos ser cautelosos al interpretar una tasa anualizada de crecimiento económico de dos dígitos porcentuales correspondiente a un trimestre en tiempos de crisis continuas. Un dato adicional resultante de los datos recientemente publicados por el BCN: el PIB real del segundo trimestre de 2021 cayó 0.3% en relación con el PIB real del trimestre anterior, o sea, con respecto al primer trimestre de este año.

Por lo tanto, aunque se ha iniciado un leve crecimiento desde abril recién pasado, no estamos en un punto óptimo de recuperación económica. Apenas el 6.61% de la población de Nicaragua está vacunada al menos parcialmente contra el Covid-19 (según Our World In Data, 4 de septiembre de 2021). La inversión privada ha comenzado a tomar auge desde el cuarto trimestre de 2020 y el desempleo no está cayendo. En resumen, en los próximos meses continuaremos en una zona de riesgos. La recuperación económica no será tan fluida.

En cuanto a la tasa de inflación en el mercado local, en agosto de este año se observa que los precios de los productos que están acelerándose entre agosto 2020 y agosto de 2021 son los siguientes: transporte, 12.97% por las alzas de los precios del petróleo y sus derivados bebidas alcohólicas y tabaco, 9.02% en su tercer y último año de ajustes de tasas tributarias selectivas y específicas de consumo; y alimentos y bebidas no alcohólicas, 6.16% influenciados por las alzas de los precios internacionales de las materias primas.

Los productos que muestran las menores alzas interanuales de sus precios al consumidor son los de servicios de restaurantes, 1.74% por su menor demanda vinculada por las dos crisis extraeconómicas; comunicaciones, 2.16%; y salud, 2.49%.

La tasa de inflación acumulada en este año (de diciembre de 2020 a agosto de 2021) es baja, apenas 2.84%, pero la tasa de inflación interanual (de agosto de 2020 a agosto de 2021) continúa acelerando su alza hasta 4.98% desde 3.18% registrada en enero de este año, porque el repunte del crecimiento de la economía empezó en abril de 2021.

No deberíamos preocuparnos por la tasa de inflación anualizada de 4.98% porque refleja el “efecto base”, o sea, el índice de precios al consumidor en 2020 se encontraba también “hundido” como el PIB real trimestral, ambos afectados por el impacto de la pandemia del Covid 19 que se caracterizó por una caída de la demanda interna de bienes finales (para consumo e inversión) y por un aumento del desempleo.

Para evitar una confusión con la lectura de la tasa de inflación interanual del IPC influenciada por el “efecto base”, sugerí en uno de mis escritos económicos que observáramos el comportamiento del IPC subyacente, que excluye los precios volátiles de los alimentos y los combustibles. La tasa de inflación subyacente se aproximaría a una tasa de inflación inercial de la economía y varía en el rango de [4.0%, 4.5%] en tiempos económicos normales, pero con la presencia de dos crisis y los impactos de los huracanes Eta e Iota en noviembre de 2020 propuse que un rango de referencia aceptable para la inflación subyacente de [4.0%, 5.0%]. En agosto recién pasado, la tasa de inflación interanual del IPC subyacente fue igual a 4.93%.

Los valores del PIB y del IPC estarán normalizados en 2022, cuando desaparezca el “efecto base”. Sus tasas de crecimiento en este año se han acelerado transitoriamente por la caída de la demanda interna de bienes y servicios (consumo e inversión) en 2020 provocada por el Covid-19, con sus ya conocidos shocks de oferta (cierre de empresas y más desempleo) y demanda (menos ingresos de los hogares, menos producción y más desempleo). Tampoco se han dado ajustes salariales, excepto el 3% del salario mínimo legal y el 5% para los servidores públicos del Gobierno Central que son bastante moderados, por lo que las empresas no esperan una fuerte presión inflacionaria en el corto plazo. Todo radica en que se logre el aplanamiento de la curva de contagio del Covid-19 en todas sus variantes.





La variante Delta socava menos el crecimiento, pero dispara la inflación

5 09 2021

Los casos de contagios del Covid-19 y sus nuevas variantes están aumentando actualmente en Nicaragua, pero principalmente, en los países de economía avanzada. La pandemia parece que está comenzando y no se percibe que terminará pronto, porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) está investigando más de 15 variantes de interés (VOI) y preocupantes (VOC) del Covid-19.

Entre las variantes preocupantes se han clasificado Alfa, de Reino Unido y hoy está presente en 193 países; Beta, de Sudáfrica y en 141 países; Gamma, de Brasil y en 91 países; y Delta, de India y en 170 países. Por otro lado, ahora hay 5 variantes de interés, Eta, Iota, Kappa, Lambda y, en esta semana se agregó Mu, que surgió en Colombia en enero de este año.

El crecimiento económico de Estados Unidos, Europa y China es más lento de lo que esperaban los inversionistas; los precios al consumidor, especialmente en Estados Unidos, aumentan rápido; existe preocupación por la escasez de mano de obra y de insumos, tales como chips que hace caer la producción global de autos, partes metálicas, productos plásticos, madera que afecta a la construcción, entre otros-; y la variación de las medidas de bloqueo es desconcertante.

Un impacto del virus, que ha dejado una grave preocupación mundial, ha sido sobre la interconexión de las economías a través de enormes distancias. Cuando los retrasos y la escasez de productos intermedios o materias primas y de productos terminados se concentran en un lugar, las interrupciones repercuten en todas partes, incluyendo a Nicaragua.

Tomando en cuenta la información oficial del Banco Central de Nicaragua (BCN), desde abril de este año el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) promedio anual la economía de Nicaragua comenzó a crecer lentamente con la presencia del “efecto base”: en junio de 2021, la variación anualizada (con respecto a junio de 2020) del IMAE promedio anual fue igual a 3.7%, pero en relación con junio de 2019 subió apenas 1.9%, y con respecto a junio de 2018 cayó 4.2% y también volvió a caer 2.9% cuando se comparó con el IMAE promedio anual de junio de 2017.

En términos sencillos, podemos decir que el nivel de la producción de bienes y servicios de junio 2021 no alcanzó el nivel registrado tanto en junio de 2018 como en junio de 2017. La fotografía del desempeño productivo de Nicaragua tomada en junio de 2021, exclusiva con la serie original del IMAE que fue igual a 150.50%, es casi idénticamente igual a su fotografía tomada en mayo de 2018, con un IMAE igual a 150.67%.   

Un factor que ha impactado al mercado laboral de Nicaragua es el temor de la fuerza laboral de contagiarse de Covid. La gente se recluye en sus hogares cuando se acelera el número de personas que presentan síntomas del virus. También se reflejó la pérdida de puestos de trabajo, principalmente en las actividades de Comercio, Sistema Financiero y Servicios comunales, sociales y personales, que concentraron el 74% de los 199,730 puestos de trabajo del sector formal que fueron destruidos en el trienio 2018-2020.

En el período enero julio de 2021, se restablecieron 38,000 puestos de trabajo formal; ahora queda pendiente crear 161,730 puestos sin considerar el número total de personas desempleadas y subempleadas. A pesar de los recientes y leves avances en la producción y el empleo, estimo que 485,000 más de nicaragüenses se encuentran desempleados y subutilizados que en 2017, antes de que surgieran la crisis política local y la crisis de la pandemia mundial.  

Sin embargo, la demanda de mano de obra no es significativa por el creciente riesgo político imperante desde abril de 2018, lo cual puede demostrarse con el desplome del gasto de inversión fija (en construcción y maquinaria y equipo) del sector privado.

De acuerdo con las últimas cifras publicadas por el Instituto Nacional de Desarrollo de la Información (INIDE), la tasa de participación en la fuerza laboral rastreó que el 69.5% de los nicaragüenses estaban empleados o buscaban  trabajo en el primer semestre de 2021, muy por debajo del 74.1% registrado en el primer semestre de 2017. Además, la tasa de inactividad  señaló que en el primer trimestre de 2021 el 30.5% de la población en edad de trabajar (de 14 años y más) estaba inactiva. Este es el principal problema estructural del mercado laboral nicaragüense.

El momento económico actual es bastante incierto porque la variante Delta del coronavirus ha comenzado a frenar la actividad económica mundial. Por eso sugiero a los formuladores de la política macroeconómica del país que no se dejen llevar por la euforia del “efecto base” cuando interpreten las elevadas tasas de variaciones interanuales de la producción de bienes y servicios, de la inversión y del consumo de los hogares, ni de la preocupación cuando interpreten la aceleración interanual de la tasa de inflación y del medio circulante.

Tampoco debemos olvidar que la política macroeconómica en vigor en Nicaragua es bastante contractiva para poder garantizar la estabilidad del tipo de cambio y de una baja tasa de inflación. Sólo una política macroeconómica expansiva – excesos de la oferta de dinero y del déficit fiscal – arrojaría sorprendentes tasas efectivas de crecimiento de la producción, de los precios al consumidor y del empleo. Pero no es el momento propicio para ejecutar una política macroeconómica expansiva, principalmente por la vía de la inversión pública, porque la pandemia mundial aún no está controlada.

La crisis sanitaria ha demostrado ser impredecible y demasiado complicada. Por su parte, la confusión en el comercio internacional ha durado más de lo que muchos esperaban porque la escasez y los retrasos de algunos productos intermedios han imposibilitado la fabricación de otros productos finales. Si la escasez de los productos persiste hasta 2022, podría provocar un alza de precios en una serie de productos.

Sin embargo, si la ola Delta disminuye, aliviaría su presión sobre la economía mundial, pero si no disminuye o si otra variante preocupante de Covid-19 toma su lugar, en Nicaragua continuará desacelerando el crecimiento económico y ampliándose el desempleo y el subempleo. ¿Y la tasa de inflación? Será baja y estable.