
El 77% de la población nicaragüense no conoce al córdoba con mantenimiento de valor, porque no ahorra, mucho menos que disponga de dólares estadounidenses porque los ingresos sólo le permiten sobrevivir. Sólo tiene córdobas sin apellido, es decir, sin mantenimiento de valor, y con esos córdobas paga precios valorados en dólares.
“Recordobizar” la economía no necesita de un consentimiento nacional, sencillamente porque la Ley dice que el córdoba es la moneda de curso legal de nuestro país. En cambio, la “Dolarización Oficial”, es decir, dejar al dólar estadounidense o a cualquier otra moneda fuerte, o a varias monedas fuertes, como moneda(s) de curso legal y eliminar al córdoba, no puede ser impuesta por el deseo del presidente de turno, sino que debe ser aceptada por la población a través de un referéndum.
Es obvio que la dolarización oficial y la recordobización tienen sus beneficios y costos, que el gobierno está obligado a explicar a la Nación. En esta ocasión, me referiré sólo a los de la dolarización oficial.
Si el pueblo decidiese adoptar el dólar estadounidense como moneda de curso legal, tendría, entre otros, los siguientes beneficios principales: unas tasas de interés más bajas, por la eliminación del riesgo cambiario y del riesgo de la no convertibilidad; una tasa de inflación cercana a la tasa de inflación internacional, que actualmente es de 2% anual; un menor costo en las transacciones comerciales internacionales; y una mayor transparencia en el manejo de los recursos presupuestarios, aunque acompañada de la pérdida del señoriaje, o sea la pérdida de la capacidad del Estado para obtener ingresos valiéndose de su derecho a crear dinero para financiar el gasto público, que en Nicaragua a finales del año pasado fue igual a 7.4% del Producto Interno Bruto (PIB) y a 22 mil 476 millones de córdobas, que es el monto de la base monetaria del país.
Con la dolarización oficial, la devaluación ya no existe. Entonces, ¿cuál sería la nueva vía para pagar las ineficiencias o problemas estructurales anacrónicos que persisten en nuestra economía? Sin duda alguna, sería la contracción de la economía: el desempleo sería el costo social inmediato de la dolarización oficial de la economía nicaragüense. Veamos el porqué.
Dolarizar oficialmente la economía significaría que el país entra efectivamente a la economía global. En ese marco, sin una política cambiaria, es apremiante una buena organización de la economía nacional para que las empresas nicaragüenses sean competitivas en el comercio internacional. Por lo tanto, existiría un alto riesgo si Nicaragua entra a la globalización con su economía plenamente dolarizada: el principal cuello de botella en este escenario sería el manejo eficiente de la economía.
En una economía dolarizada oficialmente, cada aumento de los salarios va a incrementar el poder adquisitivo de los trabajadores, y el límite de ese aumento es evitar la exclusión de nuestras exportaciones del mercado internacional por elevados costos de producción. En otras palabras, tal como lo señala la teoría económica, sólo el mejoramiento de la productividad facilitará el aumento de los salarios. Y elevar la productividad es un reto pendiente en nuestra economía desde hace muchísimos años.
Con la dolarización oficial, las ineficiencias de nuestra economía serían más evidentes. Esta evidencia exigiría la eliminación de actividades y empresas ineficientes, por lo cual se provocaría una contracción de la producción con el consecuente desempleo y la reducción de los ingresos tributarios.
El precio “correcto” de un bien o de un servicio en una economía global es el precio global, que es el precio razonable de un producto en el mercado internacional, acorde con un costo de producción “correcto” y una calidad “excelente”. Si un empresario nicaragüense produce un bien más caro, el Resto del Mundo le enviará el mensaje que hay muchos productores fabricando ese bien mucho mejor, en una forma mucho más eficiente. Tener un precio “correcto” es, por lo tanto, tener una productividad “correcta”. Sin embargo, la economía global establece precios globales, pero aún no ha establecido salarios globales.
Los bajos niveles tecnológicos, que en principio no son rentables, aparentan ser rentables con el predominio de salarios bajos. La tecnología de muchas empresas nicaragüenses no sería rentable con salarios estadounidenses, pero parece ser rentable con salarios nicaragüenses. Y por esto, las empresas nicaragüenses, con sus debidas excepciones, usan esos bajos niveles tecnológicos. Por lo tanto, las empresas nicaragüenses tendrían que invertir más en tecnología. Los empresarios o los productores que no puedan producir con mayor tecnología y, por consiguiente, con una mayor eficiencia, tendrían que salir del mercado. Por esto, la pregunta de que si la dolarización va a contribuir a eliminar o no la pobreza debe tener una respuesta muy cuidadosa. Habría que evitar la rentabilidad de las empresas se perpetúe sobre la pobreza de la población. La dolarización oficial es, pues, una presión para mejorar el perfil tecnológico del aparato productivo del país, lo cual implica, en algunos casos, un menor uso de mano de obra y, en otros casos, un empleo de recursos humanos más calificados.
La dolarización oficial también pondría en evidencia la desigualdad en la distribución del ingreso nacional. Cabe entonces preguntarnos, sin saber qué pasará con la productividad, sobre los efectos distributivos de la dolarización. ¿Protegerá la dolarización a los ingresos de las familias al frenarse la inflación? ¿Consolidará la dolarización una redistribución a favor de los que tienen más acceso a dólares y en contra de los que tienen acceso sólo a córdobas? En este punto aparece la variable del tipo de cambio: ¿Cuál sería el nivel del tipo de cambio con el cual el Banco Central de Nicaragua compraría los córdobas que circulan en el mercado?
El tipo de cambio del córdoba frente al dólar estadounidense sería estable cuando la productividad en Nicaragua evoluciona al mismo ritmo que la productividad del Resto del Mundo. Si dos países muestran productividades que crecen en la misma forma, la relación de los precios de los dos países se mantendrá igual. Pero la productividad en Nicaragua ha disminuido grandemente en las últimas tres décadas y, por consiguiente, el córdoba se apreció, o sea, vale más de lo que debería valer. Además, la política monetaria en Nicaragua se ha formulado en una forma independiente de la productividad, por lo cual el tipo de cambio se ha sobrevaluado en detrimento del esfuerzo exportador y ha vuelto más baratas las importaciones. Es por esto que existe un gran déficit comercial, que en 2013 fue igual a 2 mil 320 millones de dólares, o sea, 20% del PIB.
Con la sobrevaluación, la gente cree que gana más, tiende a consumir mucho, en especial bienes importados, el déficit comercial se expande y la deuda externa aumenta. La dolarización oficial exige un tipo de cambio estable, un valor del córdoba “correcto”. El tipo de cambio que se utilizaría para convertir la base monetaria en córdobas a dólares estadounidenses no debería estar muy sobrevaluado ni muy subvaluado, con el objetivo de no obstaculizar el crecimiento económico con el dólar estadounidense como única moneda de curso legal.
Aunque por la “tendencia” estamos más cerca de la dolarización oficial que de la recordobización de la economía –como dicen algunos de mis alumnos-, habría que reflexionar un poco sobre el interés nacional, aunque se presuma que un dólar es mejor que un córdoba. Próximamente escribiré acerca de los beneficios y los costos de la recordobización de la economía del país.