La sobrevaluación del córdoba es un problema de vieja data, aparentemente muy complicado de resolver en una economía muy dolarizada extraoficialmente como es la de Nicaragua. Al 30 de junio de este año, el dólar estadounidense dominaba el 65.6% del mercado, mientras que el córdoba con mantenimiento de valor, un dólar disfrazado, dominaba el 10.5%. Abordaremos el problema de la sobrevaluación con la presentación de ocho conceptos de la política cambiaria, para facilitar la comprensión de este tema a los lectores que no son macroeconomistas.
1. La relación directa entre el córdoba y el dólar estadounidense es el tipo de cambio nominal, o sea, córdobas por un dólar estadounidense, publicado mensual y diariamente por el banco central, y que sólo sirve para administrar la deuda externa del país. La devaluación de la moneda local ocurre cuando el banco central sube el precio de la divisa en un sistema de tipo de cambio fijo. La revaluación es lo contrario de la devaluación.
2. El tipo de cambio real observado o de corto plazo es la relación entre los precios de los bienes exportables (o transables, destinados al mercado externo) y los precios de los bienes no exportables (o no transables, destinados al mercado local), que debido al efecto de otras variables, internas y externas, representa el equilibrio simultáneo entre el mercado interno y el mercado mundial. El tipo de cambio real, por ejemplo, bilateral con Estados Unidos en córdobas de 2006 por un dólar estadounidense de 2006 -también puede ser multilateral en función de los principales socios comerciales del pais-, es un buen indicador del grado de competitividad de los productos nicaragüenses en el mercado internacional, por lo cual es muy importante para analizar el saldo del balance comercial de la balanza de pagos, que en nuestro caso es deficitario.
3. El tipo de cambio de Nicaragua es deslizante o reptante, o sea, un tipo de cambio fijo con un deslizamiento pre-anunciado, que tiene como objetivo fijar el tipo de cambio real al buscar la minimización del diferencial entre la tasa de inflación local y la tasa de inflación internacional. Es una política cambiaria de corto plazo, pero en Nicaragua se mantiene desde el 10 de enero de 1993, desde hace 26 años y 6 meses, y no promueve el esfuerzo exportador doméstico del país.
4. Un aumento del tipo de cambio real, o sea, una depreciación real, significa que los bienes extranjeros se han encarecido en relación con los bienes nacionales. Los consumidores, nacionales y extranjeros, modificarán en parte sus gastos a favor de los bienes nacionales. En otras palabras, se ha incrementado la competitividad de los productos nacionales.
5. Una disminución del tipo de cambio real, o sea una apreciación real, significa que los bienes nacionales se han encarecido en relación con los bienes extranjeros; en otras palabras, se ha reducido la competitividad de los productos nacionales y refleja un posible aumento de los costos de producción interna de los bienes de exportación.
6. El tipo de cambio real de equilibrio o de largo plazo, que no es un valor fijo, proporciona un equilibrio interno y externo en la economía que es sostenible en el largo plazo, y no precisamente en el corto plazo. De acuerdo con la teoría, esa situación de equilibrio se alcanza cuando el mercado de bienes no transables está en equilibrio, el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos y la variación de las reservas internacionales netas son iguales a cero, la política fiscal es estable y hay equilibrio en el mercado de capitales y de trabajo. Dado los niveles de competitividad, es posible mantener un flujo sostenible de capital externo que financie un déficit razonable de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
7. La sobrevaluación del tipo de cambio real indica que el tipo de cambio real observado o de corto plazo está por debajo del tipo de cambio real de equilibrio o de largo plazo. En esta situación, el precio de los bienes transables, expresado en términos de bienes no transables, es menor que lo necesario para obtener el equilibrio. Por lo tanto, los agentes económicos tienen un mayor incentivo para producir bienes no transables que bienes exportables o importables. Así, las exportaciones disminuyen, las importaciones aumentan, se profundiza el déficit en la balanza comercial, se desincentiva la inversión extranjera y se produce una fuga de capitales. Es el caso típico de Nicaragua. Un porcentaje de sobrevaluación de la moneda de dos dígitos es preocupante.
8. Una moneda subvaluada, como el yuan, es una moneda que se deprecia al resultar menos cara en relación con otras monedas. Una moneda sobrevaluada, como el córdoba, es una moneda que se aprecia al resultar más cara en relación con otras monedas.
Pasemos ahora a la evidencia empiríca de la sobrevaluación del córdoba.
En 2006, actual año base de la economía, Nicaragua tenía 8 países socios comerciales y cada uno de ellos ponderó por encima del 3% en el comercio global del país, que es igual suma del valor de las exportaciones de bienes FOB más el valor de las importaciones de bienes CIF. En orden de importancia, esos países fueron Estados Unidos, México, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Venezuela, Honduras y Japón, que representaron el 69.3% del comercio global de Nicaragua en 2006.
Nuestra moneda de curso legal, el córdoba, que apenas domina el 23.9% del mercado al 30 de junio del año en curso, observó el máximo porcentaje de sobrevaluación de 83.38% en 1987, año en que se inció la hiperinflación que duró 4 años, Ese porcentaje de sobrevaluación se redujo hasta 18.89% en 2018, gracias a las políticas de estabilización macroeconómica y de reforma estructural de la economía emprendidas a partir de 1989.

El porcentaje de sobrevaluación del tipo de cambio real observado en 2018 disminuyó 3.52 puntos porcentuales en relación con su nivel registrado de 22.41% en 2017, debido exclusivamente al desplome de 69.26% del flujo neto de capitales. Cabe agregar que otras dos variables fundamentos contrarrestaron parcialmente esa reducción de la sobrevaluación, al disminuir 3.81% el índice de la relación de términos de intercambio, o sea, el cociente resultante de dividir el índice de precios de la exportaciones entre el índice de precios de las importaciones, y al caer 3.8% el Producto Interno Bruto (PIB) Real, una variable proxi a la del progreso tecnológico.
Tomando en cuenta el pronóstico económico de COPADES para 2019, una caída del PIB Real de 9.4%, un flujo neto de capital de US$675 millones que representa apenas el 5.7% del PIB y una disminución de 2.1% del índice de la relación de términos de intercambio, el porcentaje de sobrevaluación del córdoba tiende a elevarse de 18.89% en 2018 a 23.96% en este año, muy cercano a su nivel registrado en 2012. El córdoba vale más de lo que debería valer, está más sobrevaluado o más apreciado.

La política monetaria ha sido más efectiva que la política fiscal para reducir la sobrevaluación del tipo de cambio real observado o de corto plazo. La tendencia creciente de la base monetaria a partir de mayo de 1991 es muy leve, mientras que el déficit fiscal ha sido sobre financiado con importantes flujos de recursos externos que han sobrevaluado al córdoba. Por su parte, la política cambiaria ha sido la menos efectiva para reducir la sobrevaluación del tipo de cambio real de corto plazo, tanto por las inconsistencias entre la política fiscal expansiva y la política monetaria contractiva, como por la presencia de mecanismos de indexación de precios en córdobas con respecto al tipo de cambio oficial nominal.

Las variables fundamentos, que contribuyen a apreciar el tipo de cambio real de equilibrio o de largo plazo y, consecuentemente, a reducir la sobrevaluación del córdoba en el corto plazo son, en orden de importancia, la tasa de crecimiento del PIB Real, y la mejoría del índice de la relación de precios de intercambio. En cambio, el flujo neto de capitales deprecia el tipo de cambio real de equilibrio en el largo plazo y aumenta la sobrevaluación del córdoba en el corto plazo.
Para reducir el porcentaje de sobrevaluación del córdoba y, por ende, reducir el alto déficit comercial externo del país, se recomienda incrementar la competitividad mediante una educación de mejor calidad, incluyendo la educación técnica; transferir tecnología a las MIPYMEs con incentivos de la política fiscal –la moratoria fiscal, que consiste en no pagar impuesto sobre la renta por un período determinado, o la depreciación acelerada, que acelera la inversión en el corto plazo- y con incentivos de la política monetaria –la creación de un fondo especial de desarrollo ejecutada por una efectiva banca estatal de fomento para la facilitación de préstamos concesionales-; mejorar y ampliar la infraestructura económica (red vial, energía eléctrica, agua potable, alcantarillado y servicios portuarios); y mejorar la calidad de los empresarios, medida en términos “schumpeterianos”, es decir, empresarios con espíritu emprendedor, impulsores del proceso de avance tecnológico que genera el desarrollo económico y los avances sociales.
No es aconsejable una devaluación nominal del córdoba para reducir su sobrevaluación, sino avanzar con una mejor disciplina fiscal en el saneamiento de las finanzas públicas, para lo cual es necesario la aprobación de una ley de responsabilidad fiscal, mantener una emisión de dinero responsable, reducir el déficit cuasifiscal y avanzar en la ejecución de las reformas estructurales pendientes.
Con los avances de las medidas arriba señaladas, si aún se mantuviese algún rezago importante del tipo de cambio real observado con respecto a su nivel de equilibrio, se podría proceder a realizar una devaluación nominal del córdoba que se traduzca en una devaluación real efectiva, pero esto implicaría realizar primero el desmantelamiento de todos los mecanismos de indexación de precios en córdobas con respecto al tipo de cambio.
El dilema de la dolarización oficial de la economía versus la recordobización o la desdolarización de la economía tendrá que afrontar la reducción de la subvaluación del dólar estadounidense o la reducción de la sobrevaluación del córdoba. En cualquiera de ambas situaciones, los formuladores de las políticas económicas deberán dejar un valor apropiado de la moneda, local o extranjera, que promueva el esfuerzo exportador del país para reducir el amplio y tradicional déficit comercial externo cercano a 20% del PIB.