
Desde hace tres años, he señalado en mis conferencias a empresarios, profesionales y estudiantes de economía que los riesgos económicos y financieros en Nicaragua son muy bajos.
En el ámbito econónomico, tras caídas anuales de la producción ocurridas en el período 2018-2020, en 2021 se recuperaron los máximos históricos de producción de 2017 y la economía continuó creciendo desaceleradamente en 2022; el déficit fiscal se transformó en un superávit fiscal en 2022 y ambos resultados del presupuesto gubernamental, que oscilan muy cercanamente al nivel de 0% del Producto Interno Bruto (PIB), obedecieron a la reforma de la Ley de Concertación Tributaria y el congelamiento del gasto total; la cuenta corriente de la balanza de pagos tambien mostró déficits y superávits entre -3% y +4% del PIB, causados por el menor valor de las importaciones, dada la caída de la producción interna, y por el alza de los precios internacionales de las materias primas, entre ellas los alimentos, resultantes de tres crisis no económicas, una local y dos de orden mundial, registradas entre 2018 y 2022. Sólo dos variables económicas mostraron riesgos: muy alto y moderado en 2022: con riesgo muy alto, el PIB Per Cápita promedio anual de Nicaragua de US$2394 igual a 18.6% del PIB Per Cápita Mundial promedio anual, y con riesgo moderado la tasa de inflación anual de 11.59%.
Por su parte, el riesgo financiero muy bajo de Nicaragua se explica con los riesgos muy bajos del balance de la cuenta corriente de la balanza de pagos, también equivalente a 8.6% del del valor total de las exportaciones domésticas de bienes y de servicios no factoriales; con el riesgo bajo del pago de intereses y amortizaciones de la deuda pública externa equivalente a 10.5% del valor de las exportaciones de bienes FOB y del valor neto de la maquila; con el riesgo moderado de la posición de las reservas internacionales netas igual a 6.5 meses de importaciones de bienes CIF; y con el riesgo muy alto del saldo de la deuda pública externa equivalente a 49.4% del PIB, y de la apreciación de 16.23% del tipo de cambio real bilateral con Estados Unidos de 20.54 córdobas de 2006 por 1 dólar de 2006.
Sin embargo, existe un fuerte problema macroeconómico: la persistente, acelerada y alta tasa de inflación de los precios al consumidor en general y la inflación de los precios al consumidor de alimentos y bebidas no alcohólica en particular. Debo reconocer que en 2021 me equivoqué al considerar que la inflación sería transitoria, una vez que se mantuviera controlada la curva de contagio de Covid-19 y se reabriera la economía mundial, pero aparecieron los cuellos de botella en las cadenas de suministros de bienes intermedios y de capital en el tercer trimestre de 2021 y, además, se dio el conlicto geopolítico-militar entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022, dos shocks inflacionarios por el lado de la oferta.
La tasa de inflación anualizada del Índice de Precios al Consumidor General (IPCG) inició su aceleración en el segundo semestre de 2021, al saltar de 4.98% en agosto a 5.86% en septiembre de ese año, y arribó a 10.61% en mayo de 2022 y desde este mes hasta enero de 2023 con 10.92%, ha permanecido con dos dígitos porcentuales durante nueve meses consecutivos, con un máximo de 12.15% registrado en agosto de 2022.
Ocho meses después de que el IPCG inició su aceleración, el Banco Central de Nicaragua (BCN) comenzó a elevar la tasa de interés monetaria o tasa de referencia monetaria (TRM) al pasar de 3.5% en marzo de 2022 a 4.0% en abril de ese año.
Según nota de prensa del BCN, la TRM se elevó en “correspondencia con la evolución de las tasas de interés internacionales y de las condiciones monetaria internas”, para “propiciar la estabilidad de la moneda nacional y el normal desenvolvimiento de los pagos internos y externos; así como para apoyar la administración de liquidez del sistema financiero y mantener condiciones propicias para la intermediación financiera”. La autoridad monetaria mantiene congelada la TRM en el nivel de 7.0% entre diciembre de 2022 y febrero de 2023.
La pregunta más importante en el análisis macroeconómico actual es cómo aplacar la alta tasa de inflación. El aumento de la tasa de interés o tasa de referencia monetaria del BCN persigue el objetivo de reducir la fuerte presión inflacionaria al “señalizar el costo en córdobas de las operaciones monetarias de liquidez a 1 día plazo”, tal como lo indica la nota de prensa del BCN, pero cabe recordar que el 90% del monto de la cartera de préstamos del sistema bancario nacional se entrega en dólares estadounidenses y el 10% restante en córdobas con mantenimiento de valor, que es un dólar disfrazado.
Al encarecerse el crédito, las solicitudes de préstamos de parte de los hogares y de las empresas disminuyen; la demanda interna de bienes y servicios, es decir, los gastos de consumo de los hogares y de inversión de las empresas, se reducen; la tasa de crecimiento de la producción de bienes y servicios desacelera, con el riesgo de que ocurra una recesión leve o una recesión profunda; las tasas de desempleo abierto, de subempleo y de inactividad económica aumentan; y la tasa de inflación se desploma.

Sin embargo, esos impactos provocados por las alzas de la tasa de interés del BCN no se han observado en el país porque, sobre la base de datos oficiales, con el aumento del 100% de la TRM:
- aún persiste una tasa de inflación de dos dígitos muy cercana a 11%,
- la tasa de desempleo de 2.6% en diciembre recién pasado está por debajo de la correspondiente al nivel de pleno empleo, que estimo en 5%,
- la tasa de crecimiento anual del PIB Real ha desacelerado hasta 3.9% en 2022 por el “efecto base” alto observado en 2021,
- no existe un exceso de la demanda interna real de bienes y servicios sobre el nivel del PIB Real desde el año de 2018,
- el saldo del crédito facilitado por las entidades bancarias radicadas en el país al sector privado se desplomó de 40.3% del PIB en 2017 a 27.0% del PIB en 2021 y estimo que se situó en 27.7% del PIB en 2022, y
- el salario nominal promedio mensual del empleo formal apenas subió 4.6% en el período diciembre 2017-diciembre 2022 y su poder adquisitivo se deterioró 22.9%, por lo cual se puede afirmar que no existe inflación salarial.
En conclusión, no se observa una excesiva cantidad de córdobas persiguiendo a una escasa oferta de bienes y servicios finales.
Por otro lado, los niveles actuales de la inflación mensual en el mercado local no pueden ser atribuibles exclusivamente a la inflación “importada”, o sea, a los altos precios internacionales de los combustibles y los alimentos que se han observado hasta el tercer trimestre de 2022 -han comenzado a disminuir a finales del año pasado-, aunque existe el riesgo de que vuelvan a acelerarse por el conflicto militar entre Rusia y Ucrania en este año. Más guerra significará más inflación. Hay que evitar que el problema inflacionario del país se agrave al encasillarlo en su “origen importado”, porque es bastante probable que esa inflación importada ya se incrustó en las estructuras de costos de producción de todas las actividades económicas del país y, así, facilitó el desanclaje de las expectativas inflacionarias adaptativas de los agentes económicos del país.
Los datos del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) muestran que la inflación del IPCG se ha estacionado en el rango de [10.37%, 12.16%] entre junio de 2022 y enero de 2023, con un máximo de 12.16% en noviembre de 2022, y en enero recién pasado es del oden de 10.92%. ¿Podrá continuar bajando la tasa de inflación en este año de 2023 y en el primer semestre de 2024 hasta el rango de [4.0%, 4.5%] que, según mi opinión, contiene la tasa de inflación subyacente “natural” de la economía nicaragüense, que excluye los precios volátiles de los combustibles y de los alimentos, sin que se dañe el mercado laboral y el crecimiento económico? Es una tarea harto difícil. Mejor dicho, creo que es una tarea imposible, porque la política monetaria del BCN y la política fiscal del Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP) son contractivas desde hace mucho tiempo, excepto en 2018.
El INIDE informó que en enero de este año la tasa de inflación anualizada del Índice de Precios al Consumidor Subyacente (IPCS) de Nicaragua fue igual a 9.21%. Esta presión inflacionaria puede ser aplacada con los instrumentos del BCN, siempre que los impactos inflacionarios provengan de shocks por el lado de la demanda. La autoridad monetaria no puede reducir la inflación provocada por los shocks de oferta.
Hola, profesor
Mi consulta es la siguiente referente a este tema , esta bien que tasa cambiaria disminuya 1% anual? ayudara a que circule nuesta moneda, actualmente la que mas circula es el dolar?
Muchas gracias
No ayudará. El córdoba ocupa un lugar marginal en la superficie del mercado monetario