¿Hacia dónde va la economía de Nicaragua en 2022?

24 04 2022

En las Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés), que fueron actualizadas y presentadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reunión de primavera con el Banco Mundial (BM) en este abril de 2022, el crecimiento de la economía mundial de 6.1% estimado preliminarmente para 2021 es proyectado en 3.6% para 2022, y en el mismo orden de esos años, la tasa de inflación sube de 6.4% a 6.8% y el crecimiento del volumen de comercio de bienes y servicios se desacelera de 10.1% a 5.0%. El precio promedio anual del barril de petróleo WTI se eleva de US$67.98 en 2021 a US$103.87 en 2021.

Se suponía que 2022 sería para el mundo el año de la reactivación económica, la recuperación del empleo y de la disminución de la tasa de inflación, pero se está transformando en un año de realineamientos geopolíticos; la puesta en marcha de la independencia de la Unión Europea de la energía rusa; el fortalecimiento de la desconfianza de consumidores y productores; las crecientes presiones inflacionarias por los altos precios del petróleo, la energía, los agroquímicos, los alimentos y los metales; y la desaceleración del crecimiento de la producción, acompañada del aumento del desempleo, por el endurecimiento de la política monetaria mediante el alza de las tasas de interés. Estos factores están siendo impulsados por la guerra en Ucrania, las sanciones de Occidente a Rusia, el resurgimiento de la variante Ómicron del Covid-19 en China, y la exacerbación de los cuellos de botella de las cadenas de suministro mundial de materias primas y bienes terminados, lo que aumenta el riesgo de otra desaceleración del crecimiento en 2023.       

En las perspectivas económicas del FMI aparecen, entre otras variables, algunos indicadores de la economía de Nicaragua, que se muestran a continuación.

En otros análisis macroeconómicos, he señalado que la política monetaria de Nicaragua está limitada por los bajos niveles de exceso de la demanda de bienes de consumo y de inversión sobre el nivel de la producción interna de bienes y servicios observados desde 2018 y, además, por la política monetaria contractiva que se ha mantenido en el trienio 2019-2021.

Por su parte, la política fiscal no está limitada por un alto nivel de la deuda pública externa, que en 2017 era igual a 40.2% del PIB y en 2021 equivalía a 55.7% del PIB debido principalmente a la caída en picada de la producción de bienes y servicios en el trienio 2018-2020, por lo cual se puede sugerir que, en vez de impulsar la demanda en el corto plazo, se podría continuar ejecutando proyectos de inversión en infraestructura económica y social con el objetivo de aumentar la productividad en el largo plazo, pero existe una restricción: Nicaragua enfrenta sanciones financieras estadounidenses con la “Ley de Reforzamiento de la Adherencia de Nicaragua a las Condiciones para la Reforma Electoral (RENACER)”  que interrumpió la contratación de deuda externa pública proveniente del FMI, del BID y del BM, excepto la destinada a la asistencia humanitaria.

En el escenario macroeconómico de Nicaragua a finales de 2021, tanto la tasa de inflación de 7.21% como la tasa de subutilización laboral (desempleo abierto y desempleo equivalente relacionado con el subempleo) de 27.1% de la población económicamente activa (PEA), estimada por Consultores Para el Desarrollo Empresarial (COPADES) mediante la Ley de Okun que relaciona el empleo y el crecimiento económico, como la tasa de inactividad de 32.6% de la población en edad de trabajar (PET), estimada por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), se encuentran en niveles muy altos.

La curva de Phillips, que relaciona ambas tasas, indica que si el desempleo es bajo, la inflación es alta, o si el desempleo es alto, la inflación es baja, pero no está funcionando en Nicaragua porque ambas variables ya se encuentran en niveles altos.

El Banco Central de Nicaragua (BCN) puede, por supuesto, desplegar la política monetaria aumentando la tasa de interés monetaria (recientemente, ya dio el primer paso en esa dirección al subir la Tasa de Referencia Monetaria de 3.5% a 4.0% sin mantenimiento de valor) supuestamente con el fin de reducir la tasa de inflación local (?!), que ha continuado aproximándose a 10% al registrar el nivel de 8.74% interanual en marzo recién pasado, pero elevaría el desempleo (que ya está elevado).

Entonces, ¿cuál será el objetivo que persigue el BCN con el aumento de la tasa de interés monetaria? La aceleración de la inflación del mercado local provino de un shock de oferta provocado por la reapertura de la economía que se había cerrado con la pandemia del Covid-19, pero esta inflación no puede ser abatida con la política monetaria que sólo sirve para reducir la inflación por el lado de la demanda, es decir, cuando muchos córdobas persiguen pocos bienes, o los mismos bienes. Hoy, las economías avanzadas reciben el impacto de una inflación acelerada por el shock de demanda, o sea, el choque de una creciente demanda contra una escasa oferta resultante de los estímulos monetarios y fiscales que recibieron sus poblaciones con el surgimiento de la pandemia del Covid-19. 

El BCN está persiguiendo una inflación que ya existe, 8.74% anualizada en marzo de este año, que en una gran parte ha sido generada por el lado de la oferta. ¿Podría el BCN reducir mucho la inflación sin aumentar significativamente el desempleo y el subempleo? No. ¿Podría el BCN bajar la tasa de inflación sin provocar una desaceleración del crecimiento económico? No. El aumento de las tasas de interés del BCN perseguiría el objetivo de la desaceleración de la demanda al restringir el endeudamiento de los consumidores y las empresas, pero cabe recordar que el saldo del crédito de las entidades bancarias radicadas en Nicaragua al sector privado se ha desplomado de 40.3% del PIB en 2017 a 27.0% del PIB en 2021. A pesar de que la economía de Nicaragua está muy dolarizada extraoficialmente, la inflación se estima con el córdoba, que es la moneda de curso legal.

El éxito del BCN dependerá de la eliminación de varias restricciones de la oferta que están fuera de su control. Por ejemplo, el aumento de los volúmenes y la disminución de los precios de los suministros de hidrocarburos después de la guerra o de la “operación especial militar” de Rusia en Ucrania, la eliminación de los cuellos de botellas en las cadenas de suministros de materias primas y bienes terminados, y el aplanamiento de la curva de contagio del Covid-19 poniendo fin al cierre de las empresas. Si estos factores persistieran, la subida de las tasas de interés para reducir la demanda provocará más daño a la economía.





Los retos ante la inflación por el lado de la oferta

17 04 2022

En 2022, dos grandes shocks negativos de oferta están impactando a la economía mundial y, por ende, a la economía nicaragüense. El primero es provocado por la pandemia mundial del Covid-19 que surgió en diciembre de 2019 y que ahora está impactando al mundo con la nueva subvariante más contagiosa denominada BA.2 de Ómicron; el segundo es el impacto de la “operación militar especial” de Rusia en Ucrania, una guerra que, desde su inicio el 24 de febrero de 2022, junto con las sanciones a Rusia de parte de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Reino Unido y Japón ya desaceleraron el crecimiento de la economía mundial y aceleraron la tasa de inflación en todos los países.

El shock del lado de la oferta provocado por la pandemia del Covid-19 se originó por los cierres de las empresas y los cuellos de botella de las cadenas de suministro de materias primas, o sea, una escasez de oferta que chocó con una excesiva demanda a mediados de 2021. La inflación del lado de la oferta no puede ser aplacada por la política monetaria que está diseñada para reducir la inflación del lado de la  demanda, es decir, cuando muchos córdobas persiguen menos productos o los mismos productos en el mercado. La inflación por el lado de la oferta en el mercado nicaragüense comenzó a acelerarse en julio de 2021 y ha continuado subiendo cada mes, de tal manera que la brecha entre la inflación general y la inflación subyacente ya supera los 2 puntos porcentuales o los 200 puntos básicos en marzo de 2022.

La guerra está generando más inflación en todo el mundo, porque ha disminuido la oferta mundial y ha elevado los precios de las materias primas, principalmente los del petróleo, los combustibles, la energía eléctrica, los agroquímicos, los alimentos y los metales demandados por la industria manufacturera. Aparecen más cuellos de botella en las cadenas de suministro mundial de materias primas y se adiciona más  inflación por el lado de la oferta a la ya generada por la pandemia mundial, que no puede ser reducida por la política monetaria. En esta forma se presenta el riesgo estanflacionario, o sea, el riesgo que la tasa de inflación aumenta, mientras que la producción disminuye, o al menos se estanca.

En Nicaragua no se observa una inflación resultante de estímulos monetarios y fiscales, leves o excesivos, como una respuesta gubernamental al impacto recesivo de la pandemia mundial. Al contrario, en los últimos ocho años, la política monetaria ha sido contractiva, excepto en 2018 al ser impactada por la crisis política interna de abril de ese año; por su parte, la política fiscal también ha sido contractiva al registrarse desde 2016 un congelamiento del gasto público excepto en 2021, una reforma tributaria procíclica en febrero de 2019 -que aceleró la inflación y disminuyó la producción- y un déficit fiscal anual menor que 1.7% del producto interno bruto (PIB) desde 2014.

Lo que se ha observado en Nicaragua es una permanente estabilidad macroeconómica al registrase un monto de reservas internacionales brutas que oscila entre 2.4 y 2.8 veces el saldo de la base monetaria, siendo 2.5 veces la condicionalidad mínima. Sin embargo, en 2021 se observó la estabilidad del tipo de cambio con una tasa de deslizamiento anual de 2% y la inestabilidad del índice de precios al consumidor al elevarse hasta 7.2% debido al shock de oferta mundial. Los últimos datos de inflación de Nicaragua muestran que los precios al consumidor aumentaron a una tasa anual de 8.7% en marzo recién pasado, impulsada por los aumentos en los precios de alimentos y bebidas no alcohólicas, combustibles, energía eléctrica y transporte.

La teoría macroeconómica nos enseña que para eliminar una alta inflación de demanda las tasas de interés tienen que aumentar, y este aumento reducirá los gastos de consumo y de inversión, pero la historia económica nos indica que bajar la tasa de inflación implica que los niveles de las tasas de interés tienen que superar el nivel de la tasa de inflación para que en términos reales sean positivas, pero en Nicaragua la inflación de hoy es de oferta y se correría el riesgo de una desaceleración del crecimiento económico y probablemente de una recesión económica.

Entonces, ¿qué objetivo persigue el Banco Central de Nicaragua (BCN) al elevar a partir del 18 de abril del año en curso la Tasa de Referencia Monetaria nominal de 3.5% a 4.0%, que corresponde a las operaciones monetarias diarias en córdobas sin mantenimiento de valor?

Talvez, como lo muestra la nota de prensa de la autoridad monetaria, creo que el objetivo principal es mantener la evolución de las tasas de interés internacionales, y en este caso parece que el BCN está detrás del banco central de Estados Unidos, aunque la Fed ha estado siempre detrás de la curva de la inflación acelerada no sólo por el lado de la oferta (debido a la pandemia y la guerra), sino también por el lado de la demanda (debido a los estímulos monetarios y fiscales), y esto último justifica la puesta en marcha de la política monetaria en el mercado estadounidense, aunque tardíamente.  

El aumento de las tasas de interés no va a disminuir los precios que han sido impulsados por los costos del petróleo, los cuellos de botella de las cadenas de suministro mundial de materias primas y la guerra, por lo cual no creo que las tasas de interés más altas garantizarán la estabilidad del córdoba ni el normal desenvolvimiento de los pagos internos, aunque los pagos externos están respaldados por las reservas internacionales brutas administradas por el BCN, que ya superan los cuatro millardos de dólares.

Finalmente, dudo de que el aumento de las tasas de interés apoyará la administración de la liquidez del sistema financiero y mantendrán las condiciones propicias para la intermediación financiera. Por ejemplo, una tasa de interés más alta en las operaciones de inyección monetaria aumentaría la tasa de rentabilidad del BCN, pero, por otro lado, el saldo de la cartera de crédito de las entidades bancarias al sector privado se ha desplomado desde 40.3% del PIB en 2017 a 27.0% del PIB de 2021, un nivel muy parecido al registrado en 2012. Además, los efectos de los cambios de la política monetaria tardan en desarrollarse, al menos, 12 meses y, a lo sumo, 18 meses.

La coordinación entre las autoridades monetarias, que fortalecen la estabilidad macroeconómica, y de las autoridades fiscales, que impulsan el crecimiento económico a través de la inversión pública, observada en 2020 y 2021, fue eficaz para enfrentar el impacto de la pandemia mundial del Covid-19. Esa eficacia, con algunas variaciones, podría mantenerse en 2022 para que las autoridades gubernamentales  enfrenten las presiones estanflacionarias que ahora son más altas debido a la presencia de la nueva subvariante BA.2 de Ómicron y la guerra entre Rusia y Ucrania.

Hay que evitar los límites de precios y salarios y los controles administrativos con el objetivo de controlar la inflación, porque en la década de los ochenta del siglo pasado fallaron al causar racionamientos en el país. Hay que evitar también el surgimiento de la espiral precio-salario-precio, que desembocaría en una inflación galopante.





La inflación ya es un problema

10 04 2022

Después de tres años consecutivos de caída de la economía nicaragüense, ahora preocupa más la tasa de inflación anualizada o interanual porque se está acelerando desde julio de 2021. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), la tasa de inflación anualizada se elevó de 4.12% en julio de 2021 a 8.74% en marzo de 2022. En diciembre del año pasado era igual a 7.21%.

Con una recesión económica que surgió en el tercer trimestre de 2018 y que desapareció en el cuarto trimestre de 2020, es decir, diez trimestres de recesión económica, no se puede afirmar que el ambiente inflacionario en el mercado local se creó por la expansión de una excesiva demanda en 2021.

También preocupa el hecho de que la tasa de inflación subyacente, o sea, la tasa de inflación que excluye los precios muy volátiles de los combustibles y de los alimentos, haya saltado, en términos interanuales, desde 4.70% en julio de 2021 hasta 6.51% en marzo de 2022, porque su comportamiento normal se observa en el rango de [4.0%, 4.5% ] y no se prevé si podrá disminuir por sí sola.

¿Existe una expansión excesiva de la demanda de bienes y servicios en el mercado local? Creo que no.

Primero, sobre la base de datos oficiales del Banco Central de Nicaragua (BCN), en 2017, el año de máximos históricos de producción del país, se observó un exceso de la demanda interna sobre la producción de bienes y servicios de 13.7% equivalente a US$1,890 millones, el cual, al ser impactado por tres crisis, se redujo hasta 5.0% en 2020 con un monto de US$633 millones, y dada la reactivación económica de 2021 subió hasta 12.6% y alcanzó el nivel de US$1,759 millones, aún menor que el registrado en 2017. Podemos afirmar que no existe una expansión excesiva de la demanda interna en el mercado local, es decir, no se refleja ningún aumento notable del gasto de consumo y del gasto de inversión que ayude a explicar la aceleración de la tasa de inflación.

Segundo, la inflación de los salarios desde 2018 hasta el presente es casi nula. Según datos del Ministerio del Trabajo (MITRAB), la tasa de aumento acumulado del salario nominal del empleo formal desaceleró de 1.9% en 2018 a 0.6% en 2019 y hasta 0.3% en 2020, y se elevó apenas a 0.4% en 2021. La política salarial no ha sido expansionista ni ha conducido a la inflación, pero ha reducido el poder adquisitivo de las personas asalariadas en 15.1% durante el período comprendido entre diciembre 2017 y diciembre 2021. Interesan en el mediano y largo plazo, por supuesto, el comportamiento del poder adquisitivo de los asalariados, o sea, el salario que excluye la inflación, y el nivel del empleo que, según el INIDE, en el cuarto trimestre de 2021 mostró una tasa neta de ocupación de 96.3%, pero la inactividad laboral afectaba al 32.9% de la población en edad de trabajar.

Tercero, la política monetaria ha sido contractiva en los últimos tres años, debido a que el crédito interno neto del BCN ha sido negativo por (i) el incremento de los depósitos del sector público no financiero en el BCN, (ii) los reportos monetarios (o crédito del BCN a entidades bancarias) netos de depósitos monetarios del sistema financiero nacional, y (iii) el incremento de los depósitos de encaje en córdobas de la banca comercial depositados en el BCN. La política monetaria no concedió estímulos al sector real de la economía para aumentar la oferta de bienes y servicios durante el período recesivo de la economía nicaragüense, pero protegió la posición de la reservas internacionales y garantizó la estabilidad macroeconómica (del tipo de cambio y del índice de precios al consumidor) del país.

El BCN tampoco debe obviar el problema de que las tasas de interés reales, o sea, la tasa de interés nominal menos la tasa de inflación, ya son bastante negativas, comenzando con la Tasa de Referencia Monetaria (TRM) actual de 3.5% anual sin mantenimiento de valor que el BCN aplica a los préstamos de corto plazo que concede a las entidades bancarias.

Cuarto, la política fiscal ha sido, en términos generales, contractiva. Aunque el gasto público se distinguió por su crecimiento en 2020 y 2021 a través de la inversión pública con el apoyo de financiero internacional,  se congeló en 2018 y 2019 simultáneamente con una reforma tributaria que desaceleró el crecimiento económico y aceleró la tasa de inflación. Con base en datos del Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP) y del BCN, el déficit fiscal ha oscilado, en porcentajes del producto interno bruto (PIB), entre 0.4% y 1.7% entre 2011 y 2021, excepto en 2018 en que alcanzó el nivel de 2.6% del PIB.

Entonces, la inflación no se origina en el lado de la demanda, sino en el lado de la oferta. No existe en el mercado local un nivel alto de medio circulante en córdobas que persigue la misma cantidad o una menor cantidad de productos. La gente está comprando menos porque no hay demasiado dinero.

Por consiguiente, en Nicaragua no existe una expansión excesiva de demanda interna y la inflación subyacente está acelerándose. La política monetaria, que está diseñada para desacelerar la inflación por el lado de la demanda, no puede hacer nada contra la inflación por el lado de la oferta, pero hay que tener cuidado de que la inflación subyacente, que excluye los precios de los combustibles y de los alimentos, también está acelerándose. 

La inflación por el lado de la oferta fue causada por los shocks de la pandemia mundial del Covid-19 en 2020, al provocar cuellos de botella en la cadenas de suministro de materias primas y bienes finales, y en 2022 están apareciendo de nuevo los problemas en las cadenas de suministro con la guerra de Rusia en Urania y el surgimiento de una nueva variante del Covid-19 en China. Los impactos de estos dos problemas con origen no económico serán un inflación más alta y acelerada en 2022, que estará impulsada por los precios del petróleo, de los agroquímicos, de los alimentos, de los metales, entre otros, y de la persistencia de los cuellos de botella en las cadenas de suministro.

En esta situación, el dilema macroeconómico es aceptar la desaceleración del crecimiento económico y el aumento del desempleo o convivir con una tasa de inflación alta. Creo que los servidores públicos al mando de la economía del país mantendrán la estrategia de reducir la inflación a costa de la inactividad laboral, contendrán la inflación con el costo de aumentar el desempleo y el subempleo, y tratarán de evitar que se arraiguen las expectativas inflacionarias de largo plazo entre los agentes económicos, es decir, impedir lo que consumidores y empresarios, en función de sus recientes observaciones en el comportamiento de los precios, prevén sobre la presión inflacionaria en el futuro y que dé lugar a la formación de una espiral precio-salario-precio.

Soy de la opinión de que los grandes problemas nacionales se resuelven en Convivencia, en unidad nacional, a través del Diálogo, este último conocido también en Nicaragua con el nombre de Concertación, que facilitó la solución de esos problemas entre autoridades gubernamentales, empresarios y trabajadores. Así lo enseña nuestra historia económica y social, por ejemplo, en los momentos en que se emprendieron los esfuerzos de la nación para reducir de la tasa de analfabetismo en 1980, para erradicar la hiperinflación en 1991 y para lograr la condonación de una gran parte de la deuda pública externa del país en 2004. 

Hoy existe la tarea de proteger a los nicaragüenses, porque la inflación alta y acelerada, así como el desempleo, daña y provoca malestar social, principalmente entre los estratos de la población de bajos ingresos. 2022 sería el quinto año consecutivo en que se registraría una pérdida del poder adquisitivo del salario promedio del sector formal de la economía, y a finales de 2021 en el mismo sector formal no se habían restablecido 159,574 de los 199,731 puestos de trabajo destruidos durante el trienio en el trienio 2018-2020, de acuerdo con datos del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS).





El impacto del precio del petróleo en la inflación de Nicaragua

3 04 2022

Los precios internacionales del petróleo – West Texas Intermediate (WTI) de referencia para América, Brent para Europa y Dubai Fateh para Asia – han sido muy volátiles. El precio WTI tuvo un nivel muy extraño el 20 de abril de 2020, al desplomarse hasta un nivel negativo de US$37.63 por el impacto del Covid-19, con un shock deflacionario extraordinario en la economía mundial y distorsionó a todos los mercados financieros del mundo. Si usted hubiese comprado un mil barriles de crudo WTI en Cushing, Oklahoma, en esa fecha, el monto que está indicado en el contrato de futuros, en vez de haber pagado US$37,630.00 hubiera recibido US$37,630.0 en abril, pero los hogares no acumulan petróleo ni combustibles.

Al cierre del año de 2021, el precio del barril de crudo se cotizó en US$76.99 y en este año, se ha disparado hasta alrededor de US$130 con el conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania. El viernes 1 de abril descendió hasta US$99.27 después de que el gobierno de Estados Unidos anunció liberar un millón de barriles de petróleo diario durante los próximos seis meses, unos 180 millones de barriles en total, y después de que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) anunciara también de que sus países miembros liberarían más crudo de sus reservas estratégicas. Por supuesto que el efecto inflacionario del aumento del precio del petróleo se adiciona a la alta inflación anualizada de los precios al consumidor que se registró en enero de 2022, y que en Nicaragua mostraba el nivel de 7.68%; en febrero ya había subido a 7.75%.

¿Cuál es el impacto inflacionario en el mercado de Nicaragua provocado por el alza del precio del petróleo en 2022? Suponiendo que el precio promedio anual del barril de crudo WTI oscilará entre US$100 y US$120 en 2022 (en 2021 fue US$67.99, 73% mayor que el de 2020 por el “efecto base”, pero impulsado por la fuerte demanda de bienes y por los cuellos de botella en los envíos y la escasez de bienes intermedios o materias primas), y tomando en cuenta las relaciones intra e intersectoriales de la economía nicaragüense, el impacto inflacionario en el mercado local sería muy cercano al 4%, es decir, el alza adicional a la ya alta inflación de los precios al consumidor nicaragüense observada en febrero de este año. Ahora el “efecto base” no es bajo, sino alto.

En el mercado local, los productos que reflejarían aumentos de 2 dígitos porcentuales en los precios al consumidor por el impacto del precio del petróleo serían, en orden de importancia, los derivados del petróleo, tales como gasolinas, diesel, fuel oil y gas, electricidad, agua y servicios de alcantarillado, y hielo.

Con los aumentos más altos de 1 dígito porcentual en sus precios al consumidor se distinguen el cemento, el cultivo de caña de azúcar y minerales metálicos, como el oro y la plata.

Con los aumentos más bajos de 1 dígito porcentuales, se identifican principalmente el transporte de persona y de carga, textiles y prendas de vestir, alojamiento, minerales no metálicos, soya, cerámica, beneficiado de café, productos del mar, aves de corral, huevos, carne de aves, embutidos, plástico, agua natural y comercio. 

Es acertado el pronóstico de que la tasa de inflación continuó acelerándose en marzo recién pasado, por las alzas de los precios internacionales de los combustibles, la energía eléctrica, los agroquímicos, los alimentos y los metales, entre otros. El Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) publicó los datos del índice de precios al consumidor (IPC) correspondientes a febrero del año en curso, pero no ha puesto en su página web el costo de la canasta de los 53 productos de consumo básico y dejó la duda de que dicho costo registró un aumento mayor que el del IPC.  

Hasta enero de 2022, los precios de los alimentos que aumentaron en una tasa anual de dos dígitos en el mercado nicaragüense, en orden de importancia, se concentraron en diez productos: aceite comestible, naranja, posta de res, queso seco, tortilla, posta de cerdo, cebolla, huevos, arroz y frijol. En resumen, los 23 productos alimenticios de la canasta de consumo básico se han encarecido 12.1% entre enero de 2020 y enero de 2021. 

Aunque se ha mantenido una estabilidad macroeconómica excelente, la alta tasa de inflación es un problema serio, al estar influenciada por los precios crecientes de los productos importados debido a los shocks de una demanda creciente frente a una insuficiente oferta en el mercado mundial y al problema geopolítico entre Rusia y Ucrania. Las importaciones de Nicaragua representaron el 63% del PIB del país en 2021.

Si excluimos del IPC los precios de los alimentos y de los combustible porque son muy volátiles, la tasa de inflación subyacente anualizada en febrero de este año fue igual a 6.0%, por arriba de su límite superior normal de 4.5% en el mercado local, y también se ha acelerado por la inflación del resto de bienes y servicios que integran la canasta de productos del IPC general.

Lo peor del impacto inflacionario provocado por el aumento de los precios internacionales del petróleo no ha pasado, porque la tasa de inflación anualizada se está acercando al nivel de dos dígitos porcentuales. La guerra mantiene la presión al alza sobre los precios y los costos de energía persistentemente altos repercuten en la economía. La amenaza del Kremlin de cortar el suministro europeo de petróleo y gas ruso, a menos que los pagos se realicen en rublos, ha aumentado el espectro de costos de la energía.

La guerra en el este de Europa ha mantenido altos el costo y los precios de la energía eléctrica, que continuarán subiendo dada la amenaza del Kremlin de suspender las ventas de petróleo y gas a 48 “países hostiles”, a menos que los pagos se realicen en rublos, lo que provoca más aumentos de costos y precios de la energía. Sólo un acuerdo de alto el fuego entre Rusia y Ucrania, si se llegara a uno, haría que los precios de la energía se desplomen.