¿Hacia dónde va la economía de Nicaragua en 2022?

24 04 2022

En las Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés), que fueron actualizadas y presentadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reunión de primavera con el Banco Mundial (BM) en este abril de 2022, el crecimiento de la economía mundial de 6.1% estimado preliminarmente para 2021 es proyectado en 3.6% para 2022, y en el mismo orden de esos años, la tasa de inflación sube de 6.4% a 6.8% y el crecimiento del volumen de comercio de bienes y servicios se desacelera de 10.1% a 5.0%. El precio promedio anual del barril de petróleo WTI se eleva de US$67.98 en 2021 a US$103.87 en 2021.

Se suponía que 2022 sería para el mundo el año de la reactivación económica, la recuperación del empleo y de la disminución de la tasa de inflación, pero se está transformando en un año de realineamientos geopolíticos; la puesta en marcha de la independencia de la Unión Europea de la energía rusa; el fortalecimiento de la desconfianza de consumidores y productores; las crecientes presiones inflacionarias por los altos precios del petróleo, la energía, los agroquímicos, los alimentos y los metales; y la desaceleración del crecimiento de la producción, acompañada del aumento del desempleo, por el endurecimiento de la política monetaria mediante el alza de las tasas de interés. Estos factores están siendo impulsados por la guerra en Ucrania, las sanciones de Occidente a Rusia, el resurgimiento de la variante Ómicron del Covid-19 en China, y la exacerbación de los cuellos de botella de las cadenas de suministro mundial de materias primas y bienes terminados, lo que aumenta el riesgo de otra desaceleración del crecimiento en 2023.       

En las perspectivas económicas del FMI aparecen, entre otras variables, algunos indicadores de la economía de Nicaragua, que se muestran a continuación.

En otros análisis macroeconómicos, he señalado que la política monetaria de Nicaragua está limitada por los bajos niveles de exceso de la demanda de bienes de consumo y de inversión sobre el nivel de la producción interna de bienes y servicios observados desde 2018 y, además, por la política monetaria contractiva que se ha mantenido en el trienio 2019-2021.

Por su parte, la política fiscal no está limitada por un alto nivel de la deuda pública externa, que en 2017 era igual a 40.2% del PIB y en 2021 equivalía a 55.7% del PIB debido principalmente a la caída en picada de la producción de bienes y servicios en el trienio 2018-2020, por lo cual se puede sugerir que, en vez de impulsar la demanda en el corto plazo, se podría continuar ejecutando proyectos de inversión en infraestructura económica y social con el objetivo de aumentar la productividad en el largo plazo, pero existe una restricción: Nicaragua enfrenta sanciones financieras estadounidenses con la “Ley de Reforzamiento de la Adherencia de Nicaragua a las Condiciones para la Reforma Electoral (RENACER)”  que interrumpió la contratación de deuda externa pública proveniente del FMI, del BID y del BM, excepto la destinada a la asistencia humanitaria.

En el escenario macroeconómico de Nicaragua a finales de 2021, tanto la tasa de inflación de 7.21% como la tasa de subutilización laboral (desempleo abierto y desempleo equivalente relacionado con el subempleo) de 27.1% de la población económicamente activa (PEA), estimada por Consultores Para el Desarrollo Empresarial (COPADES) mediante la Ley de Okun que relaciona el empleo y el crecimiento económico, como la tasa de inactividad de 32.6% de la población en edad de trabajar (PET), estimada por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), se encuentran en niveles muy altos.

La curva de Phillips, que relaciona ambas tasas, indica que si el desempleo es bajo, la inflación es alta, o si el desempleo es alto, la inflación es baja, pero no está funcionando en Nicaragua porque ambas variables ya se encuentran en niveles altos.

El Banco Central de Nicaragua (BCN) puede, por supuesto, desplegar la política monetaria aumentando la tasa de interés monetaria (recientemente, ya dio el primer paso en esa dirección al subir la Tasa de Referencia Monetaria de 3.5% a 4.0% sin mantenimiento de valor) supuestamente con el fin de reducir la tasa de inflación local (?!), que ha continuado aproximándose a 10% al registrar el nivel de 8.74% interanual en marzo recién pasado, pero elevaría el desempleo (que ya está elevado).

Entonces, ¿cuál será el objetivo que persigue el BCN con el aumento de la tasa de interés monetaria? La aceleración de la inflación del mercado local provino de un shock de oferta provocado por la reapertura de la economía que se había cerrado con la pandemia del Covid-19, pero esta inflación no puede ser abatida con la política monetaria que sólo sirve para reducir la inflación por el lado de la demanda, es decir, cuando muchos córdobas persiguen pocos bienes, o los mismos bienes. Hoy, las economías avanzadas reciben el impacto de una inflación acelerada por el shock de demanda, o sea, el choque de una creciente demanda contra una escasa oferta resultante de los estímulos monetarios y fiscales que recibieron sus poblaciones con el surgimiento de la pandemia del Covid-19. 

El BCN está persiguiendo una inflación que ya existe, 8.74% anualizada en marzo de este año, que en una gran parte ha sido generada por el lado de la oferta. ¿Podría el BCN reducir mucho la inflación sin aumentar significativamente el desempleo y el subempleo? No. ¿Podría el BCN bajar la tasa de inflación sin provocar una desaceleración del crecimiento económico? No. El aumento de las tasas de interés del BCN perseguiría el objetivo de la desaceleración de la demanda al restringir el endeudamiento de los consumidores y las empresas, pero cabe recordar que el saldo del crédito de las entidades bancarias radicadas en Nicaragua al sector privado se ha desplomado de 40.3% del PIB en 2017 a 27.0% del PIB en 2021. A pesar de que la economía de Nicaragua está muy dolarizada extraoficialmente, la inflación se estima con el córdoba, que es la moneda de curso legal.

El éxito del BCN dependerá de la eliminación de varias restricciones de la oferta que están fuera de su control. Por ejemplo, el aumento de los volúmenes y la disminución de los precios de los suministros de hidrocarburos después de la guerra o de la “operación especial militar” de Rusia en Ucrania, la eliminación de los cuellos de botellas en las cadenas de suministros de materias primas y bienes terminados, y el aplanamiento de la curva de contagio del Covid-19 poniendo fin al cierre de las empresas. Si estos factores persistieran, la subida de las tasas de interés para reducir la demanda provocará más daño a la economía.

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