Dijo tener una conciencia limpia y se declaró un perseguido político al defenderse de la acusación que le hiciera la Fiscalía General de la República en el caso de los CENIs Bancarios y su soberbia y prepotencia lo encolerizaron en su chat con los lectores del diario La Prensa, publicado el 31 de julio de 2008, al escribir su primera injuria que mi investigación a solicitud de la Contraloría General de la República sobre las liquidaciones de cuatro bancos “contenía una serie de errores” y al escribir su primera calumnia de que “mi nombre era uno de los más conocidos en la quiebra del Banco del Café”.
Me refiero al banquero y diputado querellado, Eduardo Montealegre, un violador de los derechos humanos que decidió abusar de su inmunidad que le confería su cargo de diputado constitucional y cargar pública y complacientemente su presunta delincuencia, alargando la fila de todos los impunes que existen en nuestro país, al rechazar el llamado del juez para que se retractara de sus desafortunadas afirmaciones contra mí, tal como manda la ley: el juez, a solicitud de la víctima y a costa del querellado, deberá ordenar la publicación de la retractación en el mismo medio o uno de similar cobertura, en la misma forma, espacio, lugar y proporción en que se publicó la calumnia o la injuria.
Los nicaragüenses saben que, con el acompañamiento de la distinguida Dra. Vilma Núñez de Escorcia, Presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), me presenté voluntariamente ante el Fiscal General de la República, Dr. Julio Centeno, para que me investigaran del delito concreto de “quiebra banco” que me hiciera Eduardo Montealegre. Los nicaragüenses también saben que la Fiscalía General de la República dictaminó que yo no estaba involucrado en la quiebra del Banco del Café (BANCAFÉ).
Eduardo Montealegre recurrió rápidamente a la estratagema de no entender lo que él escribió en La Prensa y continuó injuriándome, ofendiéndome y calumniándome al afirmar varias veces públicamente que alguien me estaba calentando mi cabeza, que yo no había dicho que fui miembro de la junta directiva del BANCAFÉ, que me sentara a platicar con él para explicarme lo que yo no he podido entender, que yo aprobé créditos irregulares que originaron la quiebra del BANCAFÉ, que mi querella era una trama política, que el juicio era una patraña política del matrimonio Ortega-Murillo, que la pareja presidencial me manipula políticamente, que yo trataba de desenfocarlo en su aspiración de ser alcalde de la ciudad de Managua, que mi primera acusación es una payasada y que mis dos acusaciones son una pasada de cuentas del PLC.
Eduardo Montealegre continuó ampliando sus calumnias e injurias al afirmar desde la casa de su movimiento político personal que yo entro y salgo, como perro por su casa, de la Secretaría del FSLN (él hizo eso y pidió públicamente perdón a sus aliados políticos por no avisarles que se reuniría con el presidente Ortega), y que le explicara a la población mis declaraciones de impuestos porque ganaba un millón de dólares al año (ojalá que así fuese, pero a él lo persiguió la Dirección General de Ingresos para que pagara los impuestos sobre la venta de su casa a una representación diplomática acreditada en nuestro país). Creo que la sicología estudia esta rara conducta defensiva del querellado, es decir la traslación de sus actos irregulares o inapropiados a otras personas. Por lo antes expuesto, puedo concluir que Eduardo Montealegre no es recto ni honrado, mucho menos honesto, ni se puede esperar respeto de él porque él mismo no se respeta.
Cinco intentos se hicieron para que Eduardo Montealegre se retractara. Antes de que prescribiera su presunto delito, se le invitó a que llegara al despacho de la Dra. Vilma Núñez de Escorcia para que escribiera su retractación, y no fue posible. Después, en mi oficina, tuve la extraña e inesperada visita de Guillermo Miranda, un aliado de Montealegre, para decirme desvergonzadamente que escogiera un restaurante, un día y una hora (desayuno o almuerzo o cena), con el propósito de que el querellado se disculpara. Más tarde, con la intermediación que solicité al diputado Victor Hugo Tinoco, Montealegre envió el borrador de una nota de retractación, pretendiendo autorizar su publicación –quien autoriza es el juez- y despidiéndose con la declaración muy conocida de Jesús ¡La verdad os hará libres!, con la única condición de “que debe haber un intercambio de documentos, la carta por un lado y el retiro de la querella por el otro”.
Luego, a solicitud del Primer Secretario de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional de ese entonces, Dr. Wilfredo Navarro, me envió una supuesta carta de disculpas con un motociclista, que no acepté porque el querellado no tuvo la valentía de entregarla personalmente, pero la puso a circular desde la dirección electrónica de la casa de su movimiento político personal, por lo cual lo querellé de nuevo porque reiteró sus primeras injurias y calumnias y agregó que la “interpretación incorrecta que algunas personas hayan hecho de mis declaraciones (de Montealegre)” me han llevado (a mí) a la conclusión que él me está injuriando, que estoy siguiendo la instrucción de alguien y, sobre todo, por la ofensa a mi esposa al afirmar hipócritamente que la aprecia.
Finalmente, a finales de la legislatura del año pasado, el Dr. Wilfredo Navarro me dijo telefónicamente que había conversado con Eduardo Montealegre para resolver mi demanda y que él serviría de testigo, que escogiera de inmediato un lugar (su despacho, mi oficina o un lugar neutral) y llevara escrita la retractación que firmaría Montealegre para mandarla a publicar, pero desistió ser testigo porque le dije que también llevaría el monto de los daños morales y económicos provocados por las injurias y calumnias del dos veces querellado diputado.
Eduardo Montealegre no responde por sus actos inapropiados debido a su soberbia, prepotencia, arrogancia y amoralidad, no es responsable porque abusó de la inmunidad que le confiere su cargo, fue defendido por todos los representantes liberales en la Asamblea Nacional desde agosto de 2008 hasta diciembre de 2011 y hoy, en la nueva Asamblea Nacional, continúa manteniendo esa inmunidad porque es el primer diputado nacional de la alianza electoral PLI-UNE y, simultáneamente, el líder de la impunidad.