Pregunta: La aceleración de la inflación de Nicaragua de 2.9% en 2020 a 7.2% en 2021, ¿fue causada por una demanda excesiva de los consumidores?
Respuesta: Un año después de haber aparecido la pandemia del Covid-19, cuando la economía de Nicaragua se ha recuperado al crecer entre 7.5% y 9.5%, según estimación preliminar del Banco Central de Nicaragua (BCN), la inflación de 7.2% no es el resultado de una excesiva demanda de bienes de parte de los consumidores y los inversionistas, sino de la escasez de la oferta de bienes intermedios, o materias primas, y de bienes finales, de consumo o de inversión, en todos los países, principalmente en los de economía avanzada y emergente. Esa escasez de oferta también se reflejó en el país con el hecho de que el producto interno bruto (PIB) real de Nicaragua se desplomó 8.8% en el trienio 2018-2020, de acuerdo con cifras del BCN.
P: ¿Por qué se dio esa escasez de oferta mundial?
R: En 2021 fue más difícil reactivar la oferta que la demanda, porque aparecieron múltiples cuellos de botella en la cadena de suministro -por ejemplo, con el cierre de empresas en economías avanzadas y emergentes, la cuarentena de los buques de carga frente a los puertos, la escasez de contenedores y camiones de carga, la falta de choferes, y las rutas de envío sobrecargadas-, que hicieron estallar la inflación.
P: ¿Y por qué no se dio una excesiva demanda en Nicaragua?
R: La causa principal fue el deterioro de 14% del poder adquisitivo de los consumidores, al observarse una caída continua del salario real mensual (descontando la inflación) del sector formal desde enero de 2019 hasta noviembre de 2021, con base en datos del Ministerio del Trabajo (MITRAB) y del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE). Además, el Covid-19 trastocó rápidamente el gasto de los consumidores debido al temor de la población al contagio, que redujo la demanda de servicios y aumentó la demanda de bienes, lo que generó más cuellos de botella en la cadena de suministro de bienes y se elevaron más los pecios. Además, el ingreso de las remesas observado en 2021, que rompió la barrera de los dos millardos de dólares en 2021 y financió alrededor del 17% del gasto total de consumo de los hogares, hizo chocar una demanda de bienes creciente contra una oferta cada vez más escasa.
P: ¿Puede la política monetaria reducir la inflación provocada por la escasez oferta?
R: El BCN, la autoridad monetaria del país, no puede hacer nada para contrarrestar la inflación resultante de una oferta escasa. El BCN puede disminuir y estabilizar la inflación que es impulsada por la demanda, a través de la reducción del saldo de la emisión de dinero mediante la colocación de Letras con plazo de 1 día, único instrumento activo para regular la liquidez en la actualidad. La inflación interanual en 2021 se aceleró a partir de agosto hasta alcanzar el nivel de 7.2% en diciembre recién pasado, y el BCN simplemente la aceptó. Hizo lo mejor: no hizo nada. Sin embargo, si la inflación hubiese alcanzado un nivel mucho más alto, el BCN podría haber reducido la demanda creciente en toda la economía para moderar la escasez de oferta en una parte de la economía.
P: ¿Por qué la inflación subió y el desempleo permaneció alto? ¿No debió haber aumentado significativamente el nivel de empleo al haberse sobrecalentado la economía con una alta inflación?
R: Veamos primero el comportamiento del desempleo del sector formal de la economía. De acuerdo con las estadísticas del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), el número promedio anual de puestos de trabajo del sector formal se redujo de 914,196 en 2017 a 714,465 en 2020. Por lo tanto, en ese trienio se destruyeron 199,731 puestos de trabajo, pero en 2021, dada la recuperación económica del país, estos puestos de trabajo aumentaron en 40,157 hasta 754,622. Con estos resultados, podemos afirmar que aún no se han restablecido 159,574 puestos de trabajo formal que fueron destruidos en el período 2018-2020, a lo cual se agrega, según mi cálculo, gran parte del aumento de 528,600 personas de la población económicamente activa que han entrado por primera vez al mercado laboral a buscar empleo desde 2018.
En 2021, la tasa de inactividad laboral se elevó hasta el 33.5% de la población en edad de trabajar, según el INIDE, y la inflación se aceleró. Si la política monetaria hubiese desacelerado la inflación de 2021 con una mayor colocación de Letras emitidas en córdobas, el BCN también hubiera desacelerado la tasa de crecimiento económico y aumentado más el desempleo y el subempleo acumulado en el trienio 2018-2020. El BCN, en esta ocasión, no podía frenar ni desacelerar los aumentos de los precios al consumidor porque su política monetaria no ha sido expansiva, y porque la inflación ha sido espoleada por su componente importado, es decir, por los altos precios internacionales de los combustibles y de los alimentos, que son muy volátiles.
P: En este escenario económico, ¿cuál sería su recomendación para aliviar el problema inflacionario?
R: La elevada tasa de inflación actual también está influenciada por el “efecto base” o “efecto rebote”, porque la tasa de inflación de 2020, año en que nos afectó la pandemia del Covid-19, tuvo un nivel bajo al ser igual a 2.9%.
Creo que el BCN tiene que apoyar la recuperación de la economía, sin intervenir en el mercado debido a que no es una recuperación normal, que no necesita estímulos de la política monetaria para mantenerse. Si el BCN intensificara su política monetaria contractiva para frenar la inflación en 2022, destruiría más empleos y desaceleraría más la tasa de crecimiento económico al preverse que en este año el PIB real tenderá a crecer menos que en 2021. Este panorama económico no le conviene al país.
El índice de precios al consumidor (IPC) y el PIB real tenderán a normalizarse en este año, lo que significa que podemos esperar la desaparición del “efecto base” probablemente en el segundo semestre de 2022, pero la curva de contagio de la variante actual del Covid-19, Ómicron, tiene que ser aplacada con la esperanza de que las siguientes variantes reflejen una degradación progresiva del coronavirus.
El Covid-19 entró a Nicaragua en un momento en que la economía del país se encontraba en una caída libre debido a (i) un problema no económico, la crisis política de abril de 2018, que contrajo la economía y desaceleró la inflación; (ii) la reforma de la Ley de Concertación Tributaria en febrero de 2020, que redujo el gasto púbico como porcentaje del PIB y aceleró la inflación al subir tasas tributarias y eliminar exoneraciones del impuesto al valor agregado (IVA) a las actividades agropecuarias; y (iii) el Covid-19, otro problema no económico, y la economía nicaragüense continuó cayendo. Por estas razones, reiteramos que la aceleración de la tasa de inflación en el mercado local es un resultado de la escasez de oferta, ahora enfrentada a una creciente demanda.