¿Es o no es un problema la deuda pública con un alto porcentaje del PIB?

23 06 2024

El profesor Paul Krugman, premio Nobel de Economía, opinó recientemente sobre la deuda pública, o deuda nacional, de Estados Unidos que asciende a más de 34 billones, que fue publicada en The New York Times con el título “Por qué no debería obsesionarse con la deuda nacional”, la cual no es muy importante en las preocupaciones del economista por tres razones: es mucho menos aterradora si se la pone en un contexto histórico e internacional, hacerla sostenible no sería difícil en términos económicos, y las personas preocupadas por la deuda son frecuentemente hipócritas con un nivel de hipocresía surrealista.

El profesor Krugman señala que la deuda pública, como porcentaje del producto interno bruto (PIB), no tiene precedentes al ser aproximadamente la misma que al final de la Segunda Guerra Mundial, actualmente es menor que la que tiene Japón, y en ninguno de estos casos no hubo una crisis de deuda.

También comparto su afirmación que casi todas las crisis de deuda en el registro histórico involucraron a un país que tomó prestado en la moneda de otra persona, o de otro país, lo que lo dejó vulnerable a una crisis de liquidez.

Estabilizar la deuda publica implica aumentar los impuestos o recortar el gasto en un 2.1% del PIB, según Bobby Kogan y Jessica Vela del Centro para el Progreso Americano, trabajando con cifras de la Oficina de Presupuesto del Congreso, y aún así Estados Unidos continuaría teniendo una presión tributaria menor que que los demás países del G-7.

También comparto la opinión del profesor Krugman que la estabilización de la deuda pública parece ser difícil porque la política estadounidense está muy dividida, refiriéndose a los republicanos que ponen la sostenibilidad fiscal a largo plazo aún más fuera de su alcance, gritan sobre los déficits presupuestarios, presionan para recortar impuestos y bloquean los esfuerzos para recaudar los impuestos de los ingresos de los estadounidenses de altos ingresos.

El problema es la política de derecha y no el tamaño de la deuda pública, afirma el profesor Krugman, y esa es la razón principal por qué no habla más de la deuda. Concluyó reafirndo que Estados Unidos no tiene el problema fundamental de sostenibilidad fiscal, al tener una economía enorme e impuestos relativamente bajos.

En la otra acera de esta opinión, Gerald F. Seibse, actualmente miembro visitante en el Instituto de Política Robert J. Dole de la Universidad de Kansas, en su opinión titulada ¿La deuda hundirá el imperio estadounidense?, publicada por The Wall Street Journal, afirma que la historia económica advierte sobre las consecuencias de nadar endeudado.

El historiador Niall Ferguson invocó recientemente lo que él llama su propia ley personal de la historia: “Cualquier gran potencia que gaste más en el servicio de la deuda (pagos de intereses de la deuda nacional) que en defensa no seguirá siendo grande por mucho tiempo. Es cierto para la España de los Habsburgo, es cierto para la Francia del Antiguo Régimen , es cierto para el Imperio Otomano, es cierto para el Imperio Británico, esta ley está a punto de ser puesta a prueba por Estados Unidos a partir de este mismo año”.

La deuda pública estadounidense ascendía al 70% del PIB 2012, será igual a 100% en 2024, se prevé que aumente hasta 106% en 2028, igualando el récord durante el gasto del financiamiento de la Segunda Guerra Mundial, y el 122% del PIB en 2034 si no hay cambios en la política tributaria y en la política del gasto público.

Una teoría económica, la teoría monetaria moderna, sostiene que las preocupaciones sobre las consecuencias de la deuda están fuera de lugar, porque los países que controlan sus propias monedas siempre pueden crear más dinero y, por lo tanto, nunca quiebran ni se ven obligados a incumplir sus pagos. Sin embargo, las lecciones de la historia económica nos enseña que «Incluso si un país emite la principal moneda de reserva, incluso si un país es la potencia geopolítica dominante, eso no los rescata», dice JH Cullum Clark, director de la Iniciativa de Crecimiento Económico del Instituto Bush y la Universidad Metodista del Sur. «Ellos pierden ese estatus».

Clark señala al Imperio Romano como una de las primeras advertencias: los líderes de Roma gastaron generosamente en la administración imperial y el ejército en el siglo III. Para financiar esa deuda, los emperadores devaluaron la moneda, lo que generó una alta inflación que debilitó la estabilidad y las defensas del imperio, el que desapareció en el siglo V.

Con un punto de apoyo en el Nuevo Mundo, España financió sus aventuras militares y su imperio mundial con préstamos del extranjero y altos impuestos, perdiendo finalmente su condición de mayor potencia de Europa.

Francia recorrió prácticamente el mismo camino e incumplió su deuda, los préstamos y los gastos despilfarradores de la corte de Versalles alcanzaron a la realeza, lo cual produjo desindustrialización y crisis fiscales que condujeron a la revolución de 1789.

La dinastía Qing de China, que pasó por un ciclo similar y encontró un destino similar, fue una potencia económica mundial líder, pero no avanzó porque el gasto y el endeudamiento externo en el siglo XIX la llevaron a una dañina subinversión en la infraestructura necesaria.

Gran Bretaña supervisó el imperio más extenso del mundo durante los siglos XVIII y XIX antes de que el gasto de guerra, incluida la lucha contra la Revolución Americana, produjera una deuda elevada. Se recuperó, pero en el siglo XX no pudo mantener un ejército y una marina para vigilar el imperio y financiar programas sociales en rápido crecimiento. La libra dejó de ser la principal moneda de reserva del mundo y el Imperio Británico decayó.

JH Cullum Clark indica que una crisis de deuda pública en Estados Unidos provocará una disminución de su calificación crediticia o la negativa de los financieros a seguir prestando, pero Estados Unidos no está en esa posición. Además, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo en una entrevista reciente con CNBC que si la deuda pudiera «estabilizarse» en los niveles actuales, «estamos en una situación razonable», pero también advirtió que “extender los recortes de impuestos de la era Trump que expirarán el próximo año aumentaría la deuda del país como proporción de su economía”.

Por otro lado, hay ejemplos de naciones que después de una creciente deuda pública han estabilizado sus finanzas y su lugar en el mundo. Gran Bretaña, Canadá, Dinamarca, Suecia y Finlandia han recuperado la salud fiscal. En la década de los ochenta, el historiador de Yale Paul Kennedy publicó una obra clásica “The Rise and Fall of Great Powers”, que relaciona históricamente la fortaleza económica y el poder internacional, y apuntó que Estados Unidos estaba aumentando deuda en tiempos de paz como ninguna otra potencia lo había hecho desde Francia en la década de 1780. Estados Unidos realizó cambios de política que dieron lugar a un corto período de superávits en la década de 1990.

Kennedy advirtió que en el siglo XXI “la combinación de la deuda nacional y los pagos de intereses. provocará que se desvíen cantidades de dinero sin precedentes en esa dirección” se está volviendo realidad. Estados Unidos ha estado emitiendo bonos del Tesoro denominados en moneda a naciones asiáticas, especialmente a China, que si se decidieran deshacerse de una gran cantidad de ellos por algún problema político con Estados Unidos conducirían a una crisis fiscal y económica. Hoy, la disciplina y la determinación bipartidista no se observan en Washington.


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